Una ley que trata de adoctrinar según las concepciones ideológicas del PP, sustituyendo el ideal de educar ciudadanas y ciudadanos por el de formarlos como mano de obra para el mercado laboral. Con un enfoque prioritario en promover la competitividad de la economía y el nivel de prosperidad de un país, obsesionando a los escolares con una educación para conseguir éxitos empresariales y no con la motivación de adquirir una capacidad crítica y reflexiva. De ahí, que se eliminen materias como ética, educación para la ciudadanía o los principios más básicos y necesarios del conocimiento, como la filosofía.
No abre la más mínima posibilidad de debate acerca de la cultura básica que el sistema educativo debería ofrecer a todo el alumnado. No se apuesta por una actualización de los contenidos con los que trabajar en las aulas, de cara a hacerlos más actuales, relevantes, significativos y motivadores para los alumnos.
Destinada a mercantilizar aún más el sistema educativo y a reorientar los objetivos de la educación a las reglas del mercado neoliberal.
Es también una ley que trata de justificar los recortes económicos con los que el PP viene castigando al sistema educativo: recorte en la partida destinada a becas, a la par que endurece los requisitos que debe cumplir cada estudiante para acceder a estas; recortes en las plantillas de profesores, en los recursos destinados a los centros; incremento de los ratios profesorado – alumnado…
Una ley elitista, clasista y sexista. Se refuerza la segregación por clase social y etnia a partir de los catorce años, obligando a los discípulos a bifurcarse por ciclos formativos o estudios superiores. Se permite expulsar del sistema al alumnado de los grupos sociales más desfavorecidos, cuyos “talentos” se les hará ver que no son los adecuados y pertinentes. Además de elitizar colegios según excelencia, centros bilingües… Y sobre todo, sexista en el fomento de colegios separados por sexo.
Una ley re-centralizadora, pues se recortan fuertemente las competencias de las Comunidades Autónomas. Una característica que subraya también el ideario absolutamente centralista y autoritario del Partido Popular, pues no deja espacio para participar en el debate a aquellas asociaciones profesionales, sindicatos, partidos políticos, docentes, estudiantes, asociaciones de madres y padres, ONG’s… interesadas por la educación.
Por supuesto, al servicio de los intereses de la OCDE, destinada a mejorar exclusivamente en los tests de PISA, reduciendo por tanto el número y las horas de las restantes materias imprescindibles para educar una ciudadanía democrática, justa y solidaria.
Las famosas reválidas no son más que un instrumento licuador. El objetivo con el que se imponen es descartar estudiantes calificándolos como “no válidos”, los cuales se ven obligados a incorporarse al mercado laboral, pues las oportunidades de continuar estudiando quedan frustradas. Al terminar cada ciclo educativo, los estudiantes serán sometidos a ocho exámenes en los cuales tendrán que demostrar la capacidad de almacenamiento de contenidos de los cursos pasados. Un verdadero atentado a la educación, pues no tiene ningún sentido la educación de adoctrinamiento, la cual consiste en memorizar un temario y reproducirlo tal cual. Vamos, un “traga y escupe”.
Además, y es por esto por lo que tuvo lugar la huelga de ayer, las reválidas suponen una grave violación de derechos educativos y de docencia. Si los estudiantes no aprueban todos los exámenes tras cada ciclo, no podrán avanzar en la escala educativa. Es decir, en caso de no superar la reválida de 4º de la ESO, no podrán continuar los estudios de Bachillerato, y por si no bastara, sin obtener la titulación en Estudios Secundarios Obligatorios, por lo que accederán al mercado laboral sin ningún tipo de cualificación. Lo mismo ocurre si no se aprueba la reválida de Bachillerato, no solo no podrán acceder a la Universidad, sino que tampoco conseguirán el título de Bachiller.
Desde el punto de vista de profesores, también influye negativamente pues se vulnera la libertad de enseñanza y métodos, pues quedarán supeditados a los temarios propuestos por el Ministerio de Educación. Una enseñanza basada en unos contenidos inamovibles y donde no existe capacidad crítica, analítica o lógica. No se enseñará a pensar, sino a asimilar y reproducir contenidos. Por tanto, se vulnera el derecho a debate como instrumento fundamental de crear un espacio de interacción entre todos los estudiantes que favorece enormemente su capacidad intelectual y de razocinio.
3+2 y plan de reestructuración para la UCM
Pero esto no se queda ahí. No solo la LOMCE es una ley retractiva y elitista que afecta a la Educación superior. No solo se ha aprobado una ley para perjudicar a los estudiantes y que no puedan acceder a estudios universitarios. Para los estudiantes de la Universidad también se ha lanzado una ley que les afecta y perjudica directamente. Se trata de la famosa ley 3+2, que pretende reducir un año de carrera, y en lugar de cuatro años se quedarían en tres. La trampa de esta reforma está en que se aumentan los años de máster, de un año a dos, los cuales se supone que son optativos. Lo cierto es que las matrículas de másteres son carísimas y solo un porcentaje muy bajo de estudiantes puede afrontar ese pago. El problema llega cuando al finalizar el grado, se accede al mercado laboral y se requiere un máster, pues sin este parece que la carrera no sirve para nada. Como siempre, otra reforma destinada a los ricos, las élites y la minoría, en definitiva.
Tanto LOMCE como 3+2, leyes cínicas, represivas, partidistas y anti-educación.
La huelga ha servido para reivindicar todo lo expuesto anteriormente relacionado con la LOMCE y el 3+2, además del plan propuesto para la Universidad Complutense. Esta reforma propone la fusión de numerosas facultades que puedan tener relación o no en materias de estudio, lo cual supone una liquidación de departamentos y numerosos despidos de personal. Además, es indudable que la atención a los estudiantes también disminuirá y la Universidad se irá quebrando poco a poco.
Las manifestaciones celebradas en Madrid por la mañana y por la tarde han sido un auténtico éxito. Más de un 60% de participación contando la Primaria y la Secundaria fundamentalmente, aunque con apoyos universitarios. Al grito de “No a la LOMCE ni sus reválidas franquistas”, “El hijo del obrero a la Universidad” o “Menos corrupción y más educación” han mostrado su descontento los estudiantes madrileños desde Atocha y Neptuno hasta la plaza de Sol. Numerosas pancartas ilustraban el cabreo que los estudiantes tienen al ver sus derechos a la educación colgando de un hilo.
Por una educación laica, libre y de calidad.