Dicen que un poeta es inmortal, porque aunque su voz se apague, sus poemas quedarán para la eternidad. La voz de Marcos Ana, poeta y preso político español, se apagó el pasado 24 de noviembre a los 96 años (él habría dicho que a los 73 porque solía descontarse los 23 años que habitó las prisiones de la dictadura. “Tengo 90 años de edad y 67 de vida», decía). Coincidiendo en fechas con el fallecimiento de Rita Barberá o Fidel Castro, esta noticia ha quedado eclipsada en los medios, por lo que desde Actualidad Joven queremos recordar la figura de este poeta.
¿Quién es Marcos Ana?
Para empezar, Marcos Ana no existe. Fernando Macarro Castillo es el nombre real de Marcos Ana, pseudónimo creado a partir de los nombres de sus dos padres. De origen salmantino, ostenta el triste récord de ser el preso político que pasó más tiempo en la cárcel por el Franquismo, nada menos que 23 años: desde que tenía solo 19 hasta que fue liberado a los 42. Se alistó en el bando republicano cuando estalló la Guerra Civil, después de tener que recoger el cadáver de su padre de entre los escombros de una casa destruida por la contienda. Durante la batalla se afilió al Partido Comunista. En 1939 fue detenido en Alicante por el bando franquista y condenado a muerte acusado del asesinato de tres personas.
Su liberación fue posible gracias a Amnistía Internacional, que consiguió en 1962 que el régimen firmara un decreto para excarcelar a aquellos presos que llevaran más de 20 años ininterrumpidos en prisión: solo él cumplía estos requisitos. «Nacer a los 42 es algo muy serio», decía. Contaba también el vértigo que le invadió tras ser puesto en libertad: se mareaba en los espacios abiertos y andaba por la calle con los ojos cerrados porque no podía soportar la luz solar. Al salir de prisión marchó a Francia, donde conoció a su mujer, Vida Sender, hija de un anarquista Aragonés y madre de su hijo Marcos. En 1976 tras la muerte de Franco, Marcos Ana regresa a España. En las elecciones de 1977 se presentaría como candidato en la lista del PCE en Burgos. A pesar de retirarse de la política, su vida ha seguido dedicada a la lucha por los valores de la democracia, la libertad y la justicia, cimentadas sobre bellas convicciones comunistas que resumió en sus versos.
«Al salir de prisión, Marcos Ana se fijaba en las mujeres que veía por la calle. No había tenido jamás relaciones sexuales y, con esos 41 años, estaba acomplejado por su falta de experiencia. Un amigo suyo, que conocía su problema, le llevó a un cabaret y le presentó a una chica, a la que Marcos metió 500 pesetas en su bolso, una cantidad muy alta para la época. Pasaron toda la noche hablando y no hubo nada. La chica devolvió los billetes a la chaqueta del poeta, que, al darse cuenta, pensó en rechazarlos. No lo hizo y, al día siguiente, empleó ese dinero en enviar flores a la generosa joven. Jamás la volvió a ver». – Un amigo de Marcos Ana para el diario El Mundo
En sus 23 años de cautiverio pasó por diversos centros penitenciarios, coincidiendo con escritores como Antonio Buero Vallejo. Fue precisamente en la cárcel donde despertó su interés por la literatura, con obras clásicas de Lope de Vega y Quevedo, o incluso con versos prohibidos de Míguel Hernández y de Lorca que llegaron a sus manos. Con sus compañeros de celda creó un periódico clandestino llamado Juventud, y daban clases y organizaban tertulias literarias sobre los libros prohibidos. A los 33 años escribe su primer poema y utiliza por primera vez su pseudónimo. Se dice que sus primeros versos los escribía apoyado en la base de un plato.
Los poemas de Marcos Ana saldrían clandestinamente de prisión a través de la ayuda de los guardias, o incluso haciéndolos memorizar a presos que iban a salir. Empezaron a difundirse gracias a la ayuda de poetas en el exilio como Rafael Alberti, y de los comités de solidaridad con los presos políticos.
En su poesía se vería reflejado el impacto que supuso en la vida de Marcos Ana su periodo de cautiverio.»Decidme cómo es un árbol, contadme el canto de un río cuando se cubre de pájaros, habladme del mar«, escribió en la cárcel. Sus poemas hablaban de la soledad, de la vida en prisión, del aislamiento, de la represión… de cómo, tras tanto tiempo entre rejas, había olvidado la vida, o mejor dicho, le habían robado un cacho de vida.
Pedro Almodóvar ha comprado recientemente los derechos de la biografía de este poeta comunista, por lo que es probable que pronto le veamos en la gran pantalla. Hasta entonces, le recordaremos entre las líneas de su obra. En este caso, con su propia voz, «Mi Corazón es patio», poema inspirado en el patio de una cárcel:
Mi corazón es patio
La tierra no es redonda:
es un patio cuadrado
donde los hombres giran
bajo un cielo de estaño.Soñé que el mundo era
un redondo espectáculo
envuelto por el cielo,
con ciudades y campos
en paz, con trigo y besos,
con ríos, montes y anchos
mares donde navegan
corazones y barcos.Pero el mundo es un patio
(Un patio donde giran
los hombres sin espacio)A veces, cuando subo
a mi ventana, palpo
con mis ojos la vida
de luz que voy soñando.
y entonces, digo: “El mundo
es algo más que el patio
y estas losas terribles
donde me voy gastando”.Y oigo colinas libres,
voces entre los álamos,
la charla azul del río
que ciñe mi cadalso.“Es la vida”, me dicen
los aromas, el canto
rojo de los jilgueros,
la música en el vaso
blanco y azul del día,
la risa de un muchacho…Pero soñar es despierto
(mi reja es el costado
de un sueño
que da al campo)Amanezco, y ya todo
-fuera del sueño- es patio:
un patio donde giran
los hombres sin espacio.¡Hace ya tantos siglos
que nací emparedado,
que me olvidé del mundo,
de cómo canta el árbol,
de la pasión que enciende
el amor en los labios,
de si hay puertas sin llaves
y otras manos sin clavos!Yo ya creo que todo
-fuera del sueño- es patio.
(Un patio bajo un cielo
de fosa, desgarrado,
que acuchillan y acotan
muros y pararrayos).Ya ni el sueño me lleva
hacia mis libres años.
Ya todo, todo, todo,
-hasta en el sueño- es patio.Un patio donde gira
mi corazón, clavado;
mi corazón, desnudo;
mi corazón, clamando;
mi corazón, que tiene
la forma gris de un patio.
(Un patio donde giran
los hombres sin descanso)