Los psicobióticos, un nuevo tipo de probiótico, se definen como «un organismo vivo que, cuando se suministra en las cantidades adecuadas, produce un beneficio en la salud de pacientes con enfermedades psiquiátricas». Con “organismo vivo” nos referimos a bacterias que viven en nuestro cuerpo y el beneficio que producen se debe a las sustancias que secretan.
Sí, estamos hablando de la microbiota. Otra vez. Pero no es en vano que miles de investigaciones se centren en la microbiota, si cada persona tiene 100 billones de bacterias en su tracto intestinal. Y el hecho de tener una microbiota saludable, nos afecta globalmente tanto al sistema inmune, como al sistema digestivo, y ahora al sistema nervioso.
La existencia de una línea de comunicación entre el cerebro y el microbioma no es algo nuevo, lo que está en el punto de mira ahora es cómo las bacterias pueden afectar a las respuestas neuronales, y no al revés. El eje cerebro-microbiota es una manera de comunicación bidireccional entre el cerebro y la microbiota, a través de sustancias neuroactivas. Es decir, los psicobióticos son simplemente bacterias de nuestra microbiota que son capaces de secretar neurotransmisores que le dictan un mensaje al cerebro. Por ejemplo, algunas cepas de Lactobacillus y Bifidobacterium secretan una molécula llamada GABA, un neurotransmisor implicado en las respuestas a la ansiedad y la depresión. Y la serotonina, cuyos niveles pueden regularse con la bacteria Bifidobacterium infantis, podría tener efectos antidepresivos.
Sin embargo, a día de hoy no tenemos apenas ensayos clínicos con humanos, lo que dificulta su credibilidad. Por estudios en ratones, sabemos que de las patologías psiquiátricas que más podrían beneficiarse serían la depresión, la ansiedad y el síndrome del espectro autista.