¿Google lo sabe todo sobre nosotros o es Estados Unidos quien maneja toda la información acerca de nuestra privacidad?
Sería más correcto decir que EEUU nos espía. Como bien ilustra Ramonet, todas nuestras relaciones, interacciones, ideas o movimientos están sometidos al control digital. Pero es preciso aclarar que ese control vía internet está regulado por el gobierno de Estados Unidos. Tanto Vizio con sus televisores programados para asaltar la intimidad de los telespectadores, como Facebook que se entromete en todos los aspectos de nuestra vida cotidiana, son empresas estadounidenses que sirven de herramienta de vigilancia al Estado. De hecho, si pensamos en las redes sociales más utilizadas a nivel mundial, observamos que todas ellas son creadas por intelectuales estadounidenses que ayudan a consolidar este control. Ejemplo de ellas son Twitter, Instagram, Snapchat, Tumblr o Flikr entre otras.
En realidad, somos los usuarios los que caemos en la trampa al hacer uso de ellas. Publicamos fotos sobre lo que hacemos en cada instante, comentarios acerca de nuestros estados de ánimo, gustos e intereses de cada momento o ideologías y opiniones. E incluso facilitamos nuestra ubicación.
Por excelencia, es Google el sistema de búsqueda más empleado para navegar por la red y consta de amplios sensores para vigilar y controlar las interacciones de cada usuario. Ramonet explica qué función cumple cada dependencia de Google y es asombroso el descaro con el que la plataforma nos espía. Conoce todas nuestras búsquedas, gustos, registra la información, la analiza, dispone de nuestra ubicación; qué hacemos, a dónde vamos… Lo sabe todo de nosotros.
Supuestamente, la finalidad de esta vigilancia inclusiva es acercarse al consumidor en una sociedad de masas donde existe gran diversidad de productos y donde es más difícil acercarse a las necesidades del comprador. De esta manera, realizan un estudio de mercado constante y obtienen la información necesaria para destinar nuevos productos a una audiencia cada vez mayor.
Pero no nos dejemos engañar. Google es la herramienta más sutil del gobierno de Estados Unidos. El servicio de búsqueda recoge toda la información de los usuarios y posteriormente la destina al gobierno, quien se encarga de tener controlados a sus habitantes. Más aún, a los que pueden causar problemas a las autoridades. Ya se vio con el caso de Wikileaks, que tras filtrar más de seis mil documentos clasificados que comprometían la situación del país, se convirtió en enemigo principal del Pentágono. Por esto, en numerosas ocasiones se intentó bloquear y eliminar esta plataforma. Aunque no es de extrañar, ya que han existido más casos de persecución por periodismo de filtración como ocurrió con Snowden, recientemente, y la pesadilla de Julian Assange que continúa.
Se puede establecer una comparación entre el gobierno de Estados Unidos y el Gran Hermano de la obra de Orwell. En 1984 aparece el Gran Hermano como la máxima autoridad del partido único que existe en esa sociedad y al que hay que obedecer en todos los aspectos de la vida. Mediante la tecnología aplicada a televisores que lo ven todo, sobre los individuos se ejerce una férrea vigilancia de los comportamientos y actos de estos.
En Estados Unidos, el instrumento del que servirse para realizar ese espionaje es sin duda Google. Cuenta con diferentes departamentos encargados de unas funciones determinadas, a semejanza de los Cuatro Ministerios que acompañan a la policía del pensamiento de Orwell. Bien es cierto que este libro se escribió para satirizar el régimen soviético de Stalin. Un modelo caracterizado por la vigilancia representada en viviendas compartidas donde familias y funcionarios del régimen convivían conjuntamente para asegurar que el régimen no era criticado ni cuestionado.
Sin embargo, actualmente podemos trasladar la historia de 1984 al funcionamiento de Estados Unidos, e incluso haciendo hincapié se puede asemejar el comportamiento de Winston al de Assange. El protagonista vive en una situación de anomia al no entender la organización de la sociedad mediante un fuerte control y censura. A lo largo de la obra tiende a rebelarse y, aunque fallidamente, aspira a cambiar las estructuras de esa sociedad igualitaria. Assange logró crear una plataforma donde dio a conocer información privada de atrocidades cometidas por la armada estadounidense, aunque por desgracia, también acabó derrotado en esa guerra donde el bando norteamericano resultó tener de su parte a la justicia.
Han sustituido las porras y la represión física hostil, por una vigilancia y control sistemático más sutil. Se apuesta por nuevos sistemas inteligentes como drones, cámaras de vigilancia o radares de carretera. Además de una vigilancia mediante instrumentos tecnológicos capacitados para conocer todo sobre los usuarios. De este modo, pretenden evitar revueltas o agitación social, de una sociedad en descontento por la crisis que acecha. El intento de lidiar con el malestar social ha conducido al adoctrinamiento de la población, otra forma de control, recurriendo a los programas basura de televisión o al periodismo manipulado e irreal.
A pesar de todo, Google es el arma más poderosa para mantener a la sociedad controlada. Pero, ¿realmente somos conscientes de este hecho?
No nos sorprende el férreo control y vigilancia que han ejercido los regímenes autoritarios a lo largo de la historia centrando sus esfuerzos en mantener amordazados a los ciudadanos del país para evitar el desajuste social y la ruptura del orden. El control sistemático estaba presente a todas horas. Existían instituciones encargadas de la vigilancia como la policía secreta: las SS, la KGB, la Brigada Político-Social, la Dirección de Inteligencia Nacional…
Pero hoy en día, viviendo en democracia también tenemos instituciones de espionaje, y en cambio, nos asombra. Google es el monopolio de seguridad de Estados Unidos, el arma de la era capitalista que controla el mundo y se legitima con los usuarios que perpetuamos ese control mediático al utilizar este buscador y publicar nuestra vida en redes sociales.
De hecho, en la conversación que mantienen Julian Assange y el director de Google, Enric Schmidt, existe una confrontación sobre el objetivo que debería cumplir internet, y más específicamente la plataforma de Google. Assange cree necesaria la liberación de la red, sin barreras a la información ni manipulación, y mucho menos el control de los usuarios. Sin embargo, Schmidt reconoce que Google es un instrumento muy poderoso en la coacción de los ciudadanos y fundamental para Estados Unidos, sobre todo en su política exterior con otros países, pues se presenta como máximo emperador regulador del mundo.
Los avances tecnológicos se han asemejado siempre al progreso, pero si por progreso se entiende sometimiento. Estamos renunciando a nuestras libertades, a nuestra privacidad y a nuestro derecho a la intimidad, y si creemos que es por seguridad estamos equivocados. No se trata de un pacto social con el Estado donde cedemos libertad a cambio de protección, como enunciaba Hobbes. Estamos cediendo nuestra libertad a cambio de engaño. Nuestros gobernantes o Estados Unidos no están ofreciendo servicios para protegernos, sino que son ellos los que se protegen de sus ciudadanos. Están empleando la tecnología para violar nuestra intimidad y tenernos identificados en cualquier punto del mundo. Se nos ofrecen aparatos tecnológicos y nos contentamos con ellos, pero se trata de regalos envenenados. Cuanto más utilizamos nuestros móviles, encendemos la televisión o realizamos búsquedas en internet, más libertades perdemos y más nos sometemos a los dirigentes que controlan nuestras llamadas, graban nuestras conversaciones, filtran nuestros mensajes y hasta parece que se introducen en nuestra mente.
En definitiva, Google se ha convertido en una herramienta fundamental en nuestras vidas, pero lo que está detrás deja mucho que desear. Estados Unidos ejerce un control sistemático y una vigilancia ininterrumpida sobre cada uno de nosotros. Nos ofrece tecnologías para ocio, entretenimiento e información que le conviene, pero esta técnica no deja de ser una somera máscara de adoctrinamiento para mantener a la población contenta pero cegada.
En Fahrenheit 451 aparece reflejada la censura literaria para controlar a los habitantes y mantenerlos en la ignorancia, y así ser más dóciles y manipulables. De esta manera, la sociedad está en calma y no hay amenazas de agitación. Pero finalmente, esa censura desemboca en la quema de libros, viviendas enteras e incluso con sus propietarios, lo que despierta a los habitantes que hacen un llamamiento a la guerra y la revolución por la libertad. Se trata de una metáfora literaria, pero en estos tiempos bastante se asemeja a la realidad.
¿Conseguiremos enfrentarnos a las instituciones a las que estamos sometidos?