Apagón en EEUU en 2003
Todo ocurrió entre el 14 y 15 de Agosto de aquel año, y duró unos cuatro días. La causa de este tremendo suceso según varias fuentes resultó ser que el fallo producido en una planta eléctrica (la cual se desconoce oficialmente) no sólo no fue detectada por el sistema, sino que fue propagada hasta un total de 100 centrales eléctricas a lo largo de ciudades del noroeste y medio-oeste de Estados Unidos y Canadá.
Ciudades tan grandes como Nueva York, Boston, Toronto y Ottawa fueron afectadas por esta falta de suministro eléctrico, lo que provocó que se quedaran totalmente a oscuras durante unos días.
Cualquiera puede imaginarse las terribles consecuencias que esto desencadenó. Para empezar, durante los primeros instantes del apagón la gente, como era de esperar, comenzó a especular que aquello podría tratarse de un ataque terrorista ya que hacía casi 2 años que los sucesos del 11-S tuvieron lugar.
Pronto los alcaldes de cada municipio comenzaron a tranquilizar a la población anunciando que aquello no era ningún ataque terrorista y que debía de haber sido un error.
En total, y pese a estos mensajes tranquilizadores, aquel apagón se cobró las vidas de 90 personas solamente en Nueva York. Además de las consecuencias humanas, prácticamente todos los servicios quedaron inutilizados, causado una grave pérdida de dinero para las empresas de todas las ciudades afectadas.
Therac-25, la máquina letal de radiografías
A la empresa AECL, productora de la máquina de radioterapia mencionada, no le debió de hacer mucha gracia que su producto, ya implantado en hospitales, produjera una sobredosis de radiación a muchos pacientes y en particular 3 muertes entre 1985 y 1987.
La máquina tenía dos modos de funcionamiento: haz de electrones de baja potencia directo, y rayos X de alto voltaje. El segundo modo necesitaba de un blanco, un filtro difusor, unos bloques movibles y una cámara de iones de rayos X, es decir, que estos cuatro elementos permitían al haz de alto voltaje analizar mediante rayos X una zona determinada del cuerpo de un paciente.
Ahora bien, el problema surgió cuando el software encargado de gestionar la máquina activaba por error el haz de alta potencia cuando se seleccionaba el de baja potencia, sin estar el filtro difusor necesario para este modo.
Este fallo se podría detectar si la máquina avisara correctamente de ello, pero solamente lanzaba un mensaje de error genérico, que además de no informar dejaba continuar con la operación, exponiendo al paciente a dosis de radiación X mortales. Se determinó que el error fue por la poca planificación en la creación de software, y la falta de pruebas con el software funcionando en una máquina.
Eurofighter Typhoon, el caza defectuoso
En un caza, como en cualquier avión comercial hay una cantidad de tecnología y de software funcionando enorme, lo que aumenta las probabilidades de fallo en gran cantidad.
El caso de este caza tiene que ver con nuestro país, y es que tras adquirirlo el Ejército del Aire, y mientras se realizaban las pruebas de vuelo pertinentes pudo ocurrir una catástrofe.
Uno de los procesos de dichas pruebas de vuelo consistía en simular que uno de los motores del vehículo dejaba de funcionar por cualquier causa. Bien, para conseguir esto simplemente mediante el software de control de la nave se apagaba un motor para comprobar el funcionamiento correcto de esta usando sólo un motor (que por lo menos dejara descender para aterrizar y no provocar un accidente).
El piloto en cuestión procedió a apagar un motor, pero de repente se percataron de que el segundo motor se apagó también, con lo que el caza comenzaba a descender dado que no funcionaba ningún motor. Se intentó reiniciar en plena caída el reactor entero pero no respondía, con lo que al llegar a la altura mínima de seguridad el piloto no tuvo más remedio que eyectarse de la nave, y aterrizar con su paracaídas.
El gran error del software de dicho caza fue que el apagado manual que ejecutaron en pleno vuelo causaba el cierre de la válvula de combustible, la cual no podía volver a abrirse en el aire. Por suerte nadie resultó herido.
Hoy en día, los sistemas informáticos son cada vez más seguros, pero nada ni nadie nos puede garantizar que no se vayan a producir fallos, de modo que no queda otra que esperar a que se produzcan y adaptarnos a ellos, como llevamos haciendo desde los comienzos de nuestra existencia.