La publicación trimestral, con el papel y la colaboración de los artistas como señas de identidad, responde a nuestras preguntas
-¿Cuáles son los orígenes de “La Gran Belleza” como proyecto?
Hay varias semillas que llevaban germinando desde hace un tiempo. Como lectores echábamos de menos una publicación de calidad en la que solo hubiera arte, sin crítica, y en la que las ilustraciones y la fotografía tuvieran tanta importancia como la escritura. Que fuera un objeto de calidad, amasado a fuego lento. Bonito por sí mismo. En las que las disciplinas se entremezclaran y pudiésemos aprender unos de otros. Como escritores además estábamos hartos de las publicaciones en las que el arte no se paga.
Y llegó un momento –hace casi dos años– en el que dos amigos nos pusimos a trabajar por este sueño.
-¿Cómo ha sido la acogida de la revista después de 5 números?
Hemos sacado dos crowdfunding adelante y eso nos ha dado un aval importante de que la idea gusta. Además, poco a poco nos van llegando más relatos de distintas partes del mundo. En la última convocatoria, por ejemplo, recibimos 287 propuestas para publicar.
Pero es cierto que la literatura tiene otro ritmo distinto. Nosotros por ahora hacemos una tirada limitada de 500 ejemplares, de los que el número 1 y 2 ya hemos agotado todas las existencias.
-Más allá del encanto “en lo efímero, en lo único y excepcional”, como reza vuestro decálogo, ¿qué valores defiende “La Gran Belleza”? ¿con qué objetivos se identificaría?
El objetivo más grande es cambiar el mundo. Al menos, el mundo de algunas personas. Que la clásica estampa del metro, por ejemplo, llena de gente mirando sus smartphones se cambie por las mismas personas leyendo. Creemos que nuestra revista puede ser un puente para sumergirse en la literatura. Es poco exigente si lo piensas. Diez cuentos y un poema cada tres meses, casi como un café que te deja algo en lo que pensar durante el resto del día.
Como valores más concretos, defendemos la comunidad como fuente de creación. La fusión de disciplinas. Esto por ejemplo lo trabajamos en cada presentación del número en la que representantes de las “artes vivas” (músicos, actores, performance….) reinterpretan el tema que ha inspirado a los 24 artistas que participan en cada revista. También es crucial el cuidado de lo artesanal, de lo concreto. Así, por ejemplo, numeramos cada ejemplar a mano.
-La publicación es trimestral y realizada únicamente en papel, pero todos los números están disponibles en vuestra tienda: ¿por qué os decantasteis por ese modelo? ¿destacaríais otra publicación como ejemplo a seguir?
Queríamos reivindicar el lento pausado que exige la literatura. La concentración. Creemos que a pesar de los avances de la tecnología hay un encanto especial, un sentimiento apegado a la lectura de un texto en papel. Su olor. El color perfecto de la ilustración que puede verse prostituida por una pantalla por ejemplo.
Y luego está el cómo hacerla llegar a las manos de los lectores. Y en esto creemos que cualquier vía vale. La vendemos en librerías, por internet, en nuestras presentaciones… El 9 de mayo a las 19:00 tenemos la siguiente en La central.
-Además de las colaboraciones “puntuales” de aquellos que quieren aparecer en la revista, contáis con una plantilla de artistas de distintos ámbitos: escritores, ilustradores, asesores… ¿qué ventajas señalaríais de este factor?
En cada número invitamos a tres escritores de reconocido prestigio y que creamos que están haciendo algo valiente en la literatura. Esto nos motiva a buscar a referentes vivos, a poder entrevistarlos después, a aprender de ellos, a mover la publicación por sus contactos también, a escuchar a nuestros lectores que nos proponen nuevos nombres.
Similar nos ocurre con el resto de artistas con los que tenemos la suerte de contar. Cuando montas un proyecto de estas características te das cuenta de lo importante que es poder tener a gente cerca que lleve trabajando más tiempo que tú en este campo. Que sepa decirte honestamente cuando estás muy metido en cualquier detalle si has perdido o no la perspectiva.
-Al igual que espacios como La Central, o La Casa Encendida, tenéis un apartado dedicado a los cursos y talleres: ¿en qué consisten? ¿valoráis la posibilidad de añadir más?
¡Claro! La puerta está abierta a seguir creciendo. Ahora misma contamos con talleres regulares para adultos y niños. Se trata de desarrollar nuestra creatividad a través de distintos impulsos. Defendemos que todos somos creativos como todos pintábamos cuando éramos niños pero en algún punto nos agobiamos con los resultados o decidimos que no éramos lo suficientemente buenos.
-Según el informe de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), la lectura de revistas en cualquier soporte ha pasado del 41,2% al 34,9%: ¿qué factores señalaríais como causas de esta estadística? ¿serían los “típicos” problemas de falta de independencia y cómo dimos el paso en España a las publicaciones digitales?
Hay muchos factores. La llegada de las series y las plataformas de pago ha proliferado tantísimo que es imposible no ver ahí una dedicación del “tiempo de ocio” de los consumidores culturales frente al que podían dedicar hace un tiempo a la lectura de literatura, por ejemplo.
Por otro lado, internet y la digitalización de las publicaciones y la cultura del ahora y el gratis también hace que se reduzca el consumo de publicaciones. Esto no quiere decir que se consuma más, sino que se expande el pensamiento de no merece la pena gastar en cultura. Dicen los músicos que si te regalan un disco nunca lo escuchas y quizá lleven razón.
-¿Cuáles son los defectos y virtudes que encontráis en materia cultural del país? ¿qué soluciones propondríais?
La cultura es un paradigma infinito para cambiar la vida de las personas. Los artistas ponen el pellejo por experimentar en sus carnes y poder construir piezas de arte que conmuevan al mundo. Como el científico o el arquitecto con sus evidentes diferencias. Las humanidades como lo abstracto no obstante no se valoran en números y esto nos cuesta cada vez más apreciarlo. Una de las virtudes de la cultura de este país es la cantidad de salas de teatro, salas de cine, de conciertos… que aun están abiertas. La solución pasa por un cambio de visión particular. De pedirle al consumidor que no compre un libro por Amazon, sino que vaya al librero de la esquina de su casa. Que no pasa nada por no tener el libro mañana, que quizá tenga que esperar unos días para adquirirlo pero que le sabrá mejor. Que hoy viernes vaya a ver una obra de teatro cualquiera en vez de ver una serie en Netflix que el lunes no recordará. De caminar un poco más lento para dejar abierta la puerta de la cultura. Es una cuerda tensa (el que se cierren todos los cines por ejemplo o que nuestro proyecto subsista) pero tenemos en la mano todo el poder del mundo por hacer que no solo triunfen los números.
-¿Qué pediríais a los lectores y escritores?
Que disfruten de leer y de escribir como si no hubiera un mañana. Que lo que vivimos en la ficción es tan real como la vida. Que sigan soñando. Como dijo Bukowski, “Si no te sale ardiendo de dentro, a pesar de todo, no lo hagas”.