Este viernes 6 de enero de 2017 se cumplen cuatro años de la muerte de un maestro del periodismo y de la vida.
Enrique Meneses fue escritor, periodista y fotógrafo muy reconocido a nivel mundial. Sus memorias plasmadas en Hasta aquí hemos llegado aún siguen vivas en cualquier parte del mundo, así como su espíritu de viajero que jamás morirá.
Meneses nació el 21 de octubre de 1929 en Madrid, muy cercano al gran impacto del crack de la bolsa de Nueva York que arruinó a los grandes magnates de Wall Street y supuso la Gran Recesión que ahogaría al mundo durante la década siguiente.
Su padre fue un excelente periodista, Enrique Meneses Puertas, y su madre Carmen Miniaty, gran deportista y ganadora de varios trofeos de tenis. Tras él, fueron dos hermanos más: Augusto y Paloma. Meneses creció en una familia acomodada y no tuvo que sufrir los horrores de la guerra civil española.
Se trasladaron a Biarritz, donde realizaron parte de sus estudios. Posteriormente se movieron a París hasta que la ciudad fue tomada por los nazis en su ocupación durante la Segunda Guerra Mundial y tuvieron que mudarse a Portugal.
Lo cierto es que Meneses aprendió a sobrevivir solo y a adaptarse a las circunstancias desde bien pequeño. Quizás vio en su padre un maestro, un guía. Con diecinueve años se independizó con su hermano Augusto en un piso de Madrid e iniciaron una vida poco rutinaria y algo bohemia.
Por lo que respecta a Enrique Meneses, inició el Bachillerato en español y tras terminarlo se trasladó a la universidad de Salamanca a estudiar Derecho, aunque también realizó varios cursos de especialización periodística.
En 1951 inició sus primeros pasos trabajando para un periódico estadounidense en Madrid, aunque para ello rechazó una beca en Standfort. Pasó los tres años siguientes viajando por capitales europeas y aprendiendo nuevos idiomas. Cuando sus ahorros se acabaron, pidió a su madre algo de dinero y en verano de 1954 se embarcó en una aventura que de momento, comenzaría en Egipto.
En El Cairo recibió su primer trabajo como colaborador en varios diarios extranjeros, además de compaginar simultáneos viajes por el continente africano. En 1956, tras haberse recorrido buena parte de África: Sudán, Uganda, el Congo, Ciudad de El Cabo, Costa del Sol…, regresó a la capital egipcia y tuvo la oportunidad de cubrir la guerra del Canal de Suez, la guerra que enfrentó a Egipto e Israel.
Un año después de aquel acontecimiento, Meneses regresó a Madrid al calor de su familia a la que había dejado cuatro años atrás. Aunque el reencuentro duró bien poco. En 1958, París-Match, la agencia en la que trabajaba, le destinó a Cuba a que buscara historias e informara de la conspiración que se estaba gestando para derrocar el régimen de Batista. Pernoctó en Sierra Maestra con los rebeldes del Movimiento 26 de Julio, durante más de diez meses y poco después de volver a España, viajó a Nueva York y posteriormente retornó a Oriente Medio.
Estando en Beirut, el general Abduh dio un golpe de Estado en Jartúm y Meneses tuvo que rodear los obstáculos que le impedían viajar a Sudán a cubrir las noticias de lo acontecido. Pasados unos meses le tocó desplazarse a Numibia, en Egipto para realizar un reportaje sobre la restauración del templo de Abu Simbel que estaba cubierto por las aguas del Nilo desde la construcción de la Alta Presa. Posteriormente estuvo de corresponsal en India, y en contacto con otros países orientales, así como también se implico con el Dalai Lama que acababa de ser exiliado del Tibet por la invasión de los chinos.
Al comenzar la década de los sesenta decidió establecerse en Europa y ejercer de freelance. Fundó Delta Press, aunque dos años después decide marchar a Nueva York y fundar Fotopress. Su afán por viajar y descubrir nuevas experiencias le llevan a involucrarse en la guerra de Rodesia, Angola, y en el movimiento de liberación de la India con la creación de Pakistán y la posterior independencia de Bangladesh. Más tarde, estuvo en Sarajevo cubriendo el asedio de 1993.
La fuerte personalidad de Meneses forjada durante su juventud, y su talento carismático fue lo que le llevó a lanzarse al mundo de esta manera. Hambriento de vivencias, devoró todos los territorios de África y Oriente Medio en busca de experiencias e historias que contar. Participó en acontecimientos históricos como la guerra del Canal de Suez, la Revolución Cubana o la independencia de la India. Se rodeó de intelectuales como Dalí, con presidentes como Kennedy o Khruschev, pensadores de envergadura como Nehru, o incluso estuvo presente en el enlace matrimonial de los reyes de España. Se entrevistó con los más ilustres personajes Nasser, Husseín, Martin Luther King o Dalí entre los más destacados. Se ganó la confianza de Fidel Castro y Ernesto Guevara durante meses conviviendo con el Ejército Rebelde en Sierra Maestra. Se dejó la piel en cada viaje realizado como en cada vuelo en helicóptero fotografiando los horrores de la guerra de Rodesia. Pero sobre todo, se integró entre las sociedades que descubrió en cada lugar y forjó grandes amistades, de las que también aprendió valores muy importantes.
Meneses fue un vividor. Disfrutó sus años de juventud combinando el trabajo periodístico al que se debía con juergas y affairs amorosos. Finalmente se casó y tuvo descendencia. En el ámbito profesional, tuvo grandes oportunidades de dirigir medios de comunicación y producir documentales basados en sus memorias.
Desgraciadamente, su adicción al tabaco le propició un cáncer que le costó la vida el 6 de enero de 2013. Aunque como pronunció sus últimas palabras: «Es hermoso vivir y quiero que conste, pero en lo que se refiere a estas memorias, hasta aquí hemos llegado«.