«Son cuatro los elementos que inspiran a escribir : El amor, el desamor, la rebeldía, y como resultado último de cualquiera de ellos, la libertad.»
Hay momentos en los que la libertad se deja ver; segundos, minutos, horas, semanas, meses e incluso años en los que sientes que estás siendo libre, y en consecuencia, feliz.
Considero inoportuno (quizás debido a mi corta experiencia) decir que puedes ser libre siempre, eso implicaría ser feliz durante toda la vida, y entonces, no se llamaría vida.
Sea como sea me encanta la palabra libertad, me parece la palabra más bonita y más amplia en cuanto a significado se refiere que podemos encontrar en cualquier lengua. Uno puede ser libre en casa o fuera de ella, con, o sin pareja… Existen tantas maneras y tan diferentes de ser libre como personas hay en el mundo.
Yo no siempre conseguí serlo en compañía. Sin embargo, lejos de querer borrar el pasado, sin rencor y agradecido, lo reescribo.
Es hora de quitarse la corbata del trabajo y ponerse la de los conciertos, de ser dueño de tu futuro, y sobre todo de tu presente, de cantar en valenciano, en catalán, en euskera o en castellano: T’estime, t’estimo, maite zaitut, te amo. De volver a pisar el bar del último baile, porque nunca debe ser el último, de volver a mirar a la luna de Valencia mientras arde, de hacer el viaje a Cuba que un día os prometísteis, de beber más y lamentarse menos… De amanecer de nuevo, solo, o con alguien, de sentirse bien, de leer ensayos y de empezar a ensayar para la próxima función. De que cada noche sea una nueva aventura y cada día una página en blanco sobre la que poder contarla. De ser todo tuyo y un poco de todos, y ¿por qué no? De volver a enamorarse.