Las piezas NFT (non fungible token) han regresado a la feria de ARCO tras su irrupción en la pasada edición y están presentes en hasta cuatro galerías distintas, lo que ha abierto el debate entre los propios galeristas y artistas respecto a si ya se pueden considerar obras de arte o no.
¿Qué opinan los artistas y galeristas?
La primera en abrir este debate fue la directora de Arco, Maribel López, quien en una entrevista con Europa Press defendía esta incursión de lo digital en el arte contemporáneo, aunque a su vez recomendando «no tener tanta prisa» en equipararlos.
«El NFT aporta posibilidades que hasta ahora no existían y tiene un potencial increíble, pero no hay que tener tanta prisa por igualarlo inmediatamente al arte: no hay que confundir el arte con el márketing», alertaba en la semana previa a ARCO.
En la galería de Fernando Pradilla se encuentran dos piezas NFT del artista colombiano Álvaro Barrios, Dream y El circo de El Museo Duchamp del Arte Malo (con un precio de 12.000 y 15.000 euros, respectivamente), que este año han pasado por un proceso de digitalización tras su creación –en torno al año 2015–.
«Barrios considera que los NFT democratizan el arte y eso es lo más importante para él, ya que ha centrado su producción en los ‘Grabados populares’. Él empezó trabajando para periódicos, donde sus fotografías solo podían ser de acceso a suscriptores, y ahora estas obras le parecen el epítome de lo popular», ha explicado a Europa Press Omar Téllez, quien ha participado junto al artista en la producción de la obra.
Uno de los artistas que repiten con NFT en ARCO –y que fue el primero en vender este tipo de piezas en la feria en 2021– es Solimán López, en la galería Baró. Olea Spin, una obra en colaboración con el CSIC que «funde el código genético con el código informático» –-con un precio de 26.700 euros–, y Olea petri, una suerte de monedas doradas por 5.500 euros, son sus apuestas para esta edición.
«La gente asocia el concepto NFT con el contenido, pero no es así. Para mí, el NFT no es arte, sino un protocolo digital con posibilidades infinitas», ha señalado en declaraciones a Europa Press el artista, quien además ya trabaja para programar su propia criptomoneda, la ‘Olea’, que está «en fase de lanzamiento» –se espera para abril–.
«Los NFT los veo como una consecuencia lógica de mi evolución como artista y, personalmente, creo que es algo que hacía falta para la producción intangible: un marchamo de propiedad. Hasta la fecha, solo parece que tenían valor las obras tangibles», ha defendido el artista español.
¿Cuál ha sido una de las críticas?
Daniel Canogar también fue protagonista en la pasada edición por ponerse en el lado contrario con su obra Shred –‘trituradora’ en español–, una pieza que, a través de un algoritmo, destruía a tiempo real en una pantalla obras NFT. Un año después, el artista ha confirmado con humor a Europa Press que vendió la obra –tenía un precio de 32.000 euros–, pero a un «coleccionista de criptoarte».
«Era una crítica a esas obras cuando están relacionadas con la especulación, pero lamentablemente el público ‘más tradicional’, por así decirlo, de ARCO, no lo entendió. Y se vendió como una obra NFT», ha señalado. Canogar reitera que su postura no es contraria a los NFT, sino a los contenidos de estas obras, que le resultan «pobres«.
«Sería como decir que soy contrario a la fotografía, soy consciente de que los NFT han llegado para quedarse, pero hay que trabajar ahora para minimizar su impacto medioambiental, por ejemplo«, ha apuntado Canogar, quien también apunta sus críticas contra la especulación que puede generar. «Me parece irónico que haya artistas millonarios, además creo que el mundo del arte es elitista y, de vez en cuando, le viene bien una patada en el culo», ha ironizado.
¿Qué hay del NFC?
En la galería The Ryder albergan obra del artista sueco Jonas Lund, quien habitualmente trabaja con NFT, pero que en esta ocasión ha traído a ARCO una pieza distinta. A través de un cuadro compuesto por trazos de las obras más caras vendidas en casas de subastas, Lund introduce la tecnología NFC en su pieza.
«Es una tecnología similar a la que se usa con los pagos de móviles: pasas el móvil por el cuadro y tiene hasta ocho zonas distintas de códigos que te permiten mostrar el cuadro en tu terminal con variaciones», han explicado a Europa Press desde la galería, incidiendo en la «relación interactiva» con la obra. Este cuadro tiene un precio de 12.500 euros.