Le cogí el gusto a la cafeína de tus buenos días
a tus ojos en el infinito
a tus besos de labios rotos
a que me dejaras tenerlo todo menos tus sentimientos
a tu piel sin escondites y a tus medias verdades vestidas de carmín.
Me acostumbre a tus andares de ballet
a tu felino y silente paso
como si fueses el fin que viene a buscarme
pues siempre me dabas ese escalofrío que me cortaba la respiración.
Tantos planes hechos en una cama
donde empezaban todas nuestras aventuras sin motivo
era divertido acabar en el suelo
con tu cuello rojo y mi espalda marcada
era nuestra sinfonía después de todo.
Al final se volvió rutina el beso de buenas noches
el matarme las ganas de sacarte a bailar igual que la primera vez
el olor de tu pelo en mi ropa
el que no saber de dónde venias ni donde te ibas.
Aprendí que la rutina no era algo malo
que el mundo no era tan horrible
que no tienes que matar el tiempo
ni dejar que te mate, solo deja que fluya la arena.
Y no, no me importaría volverme polvo y ceniza de la llama que fuimos
si es tu viento el que se lleva mi último aliento.
Haz clic aquí para Responder o para Reenviar
|