Este fin de semana comienza una de las fiestas más esperadas del año, la Navidad. Una fiesta de costumbres católicas que terminó por ser una tradición impuesta por el imperio capitalista.
En esta época del año nos hacemos pasar por falsas personas sentimentales. Fingimos que estar rodeado de nuestros seres queridos es lo que más nos importa estos días. Disfrazamos a la hipocresía en persona.
Las tiendas no dejan de recibir ingresos por parte de todos nosotros, por parte de nuestro ansia capitalista y materialista solo para convertirlo en regalos que pensamos que merecen recibir las personas que diariamente nos rodean.
¿Por qué sabemos que les va a hacer ilusión recibir una bufanda en forma de obsequio? No tenemos ni idea realmente, no somos conscientes porque no nos paramos a pensar ni a escuchar lo que nos están pidiendo. Vamos anteponiendo la inseguridad, por si lo que hemos comprado con toda la ilusión del mundo y con los ahorros que llevamos haciendo durante el año, no le gusta a esa persona.
Estamos cayendo en una trampa, y era más que previsible. No nos damos cuenta de que le damos más valor a lo superficial y material que a lo natural y cotidiano que, por desgracia, no lo apreciamos prácticamente.
¿Qué haríais si estas fuesen vuestras últimas vacaciones de Navidad? ¿transitaríais tanto los centros comerciales?