La vida del holandés Vincent van Gogh (1853-1890) es muy conocida. Está llena de sombras, y entendió la pintura como un vehículo de salvación personal. Este precursor del Expresionismo fue un personaje difícil y atormentado. Su historia sigue recordándose y reconociéndose, puede que más que la de cualquier otro artista. Hemos hecho una recopilación de tres de sus obras más famosas para conocer mejor la vida del artista.
Vincent van Gogh creció en Groot-Zundert y era el mayor de los seis hijos de Anna Cornelia van Gogh y del reverendo Theodorus. En su infancia ya se mostraba muy inestable. Cuando creció empezó a trabajar en la galería de arte de su tío en La Haya, el mismo que ayudaría a Van Gogh a formarse como aprendiz. Es entonces, cuando cumple 16 años en 1886 que se reconcilia con la pintura (que no con la industria artística en sí), al sentir una gran fascinación por el auge de corrientes como el Impresionismo.
La figura de su hermano menor Theo será muy relevante en su vida. Desde que se unió a la compañía de su tío junto con Van Gogh, su relación fue estrechándose cada vez más. Todo lo que sabemos sobre la vida y obra de Van Gogh, procede del estudio de la correspondencia que mantenía con Theo.
Van Gogh se fue una temporada a trabajar gratis como pastor a Londres. En una de las cartas que escribió a su hermano Theo, le expresó su sentimiento de inutilidad y de confusión en el trabajo que realizaba como pastor. Theo le respondió a la carta que se hiciese artista. Y así fue.
Cuando Van Gogh regresó, su hermano le motivó a irse a Francia. Su primera parada fue París. Allí conoció las obras impresionistas y aprendió técnicas características de este movimiento como la pincelada rápida y el impasto. También descubrió que la mayoría de los vanguardistas de París admiraban los grabados y las estampas japonesas.
Su estancia parisina fue demasiado intensa y como comenzaba a estar muy inestable, su hermano le recomendó irse al campo y al artista le pareció buena idea. Van Gogh puso rumbo fijo hacia Arlés. La ubicación le pareció atractiva por los almendros en flor, característicos de Japón y porque le resultaba un lugar ideal para cumplir su sueño: la creación de una comunidad de pintores liderada por Gauguin, a quien admiraba profundamente. Gauguin accedió porque Theo, el hermano de Van Gogh, le ofreció una pensión económica si cumplía los deseos de su hermano.
La estancia en Arlés fue dura, ya que ambos pintores tenían caracteres y opiniones profesionales muy confrontadas. Todo acabó tras un violento desencuentro entre ambos, tras el que Van Gogh se cortó parte de su famosa oreja.
La Habitación de Van Gogh en Arlés, 1889
Es el dormitorio que representa el cuarto de la casa amarilla, donde vivió Van Gogh en Arlés y donde quería crear la comunidad de pintores. Busca equilibrar cada color con su complementario, las tintas cálidas con las frías, para sugerir reposo o sueño, para descansar la imaginación.
La perspectiva, acelerada y absorbente (el cuarto era irregular, con la pared derecha más larga) transmite ansiedad. Si alguna tranquilidad hay en la imagen es la de la ausencia y la desolación, la de un espacio abandonado. Precisamente para hacer compañía están los retratos colgados, a los que Van Gogh atribuía un inmenso valor.
Los cuadros que están colgados son los que Van Gogh pintó antes de que Gauguin llegase. Vincent quería que la casa estuviese perfecta y la decoró con sus pinturas.
También muestra una de sus famosas sillas en esta pintura. Especialmente es la silla que se atribuía a él mismo, pues es sencilla y representa su figura como aprendiz de Gauguin.
Almendro en flor, 1890
Su obra “Almendro en flor” representa su visión sobre el renacimiento. Por ello dibujaba árboles floreciendo, ya que anuncian la llegada de la primavera y dan pie a la nueva vida de las flores. Las ramas que pintaba venían influenciadas por el cloisonismo de Bernard, una técnica influenciada por el japonismo.
Los colores intensos, el contorno marcado y la expresión de la belleza de la naturaleza, además de tener influencia japonesa, también muestran al artista en un momento optimista y luminoso de su vida. Pese a mostrar estas emociones, el artista creó esta obra mientras luchaba contra su enfermedad mental en el hospital de Sant-Remy.
La Noche Estrellada,1890
‘La Noche Estrellada’ es una de las obras más célebres de Van Gogh y una de sus obras asociadas a la locura no solo por su relación con el sanatorio de Sant-Remy, sino por su peculiar representación del cielo estrellado.
Es el paisaje que Van Gogh decía ver desde los barrotes de su ventana, después de ser internado en un sanatorio a petición de sus horrorizados vecinos y tras cortarse una oreja por una discusión con Gauguin.
Sin embargo, es imposible que este paisaje fuese real, ya que en realidad el pueblo era mucho más lejano y pequeño. Todo es fruto de la imaginación del pintor, y es por ello que representa una noche perturbadora, acorde a sus pensamientos y personalidad.
El vértigo de las estrellas parece devorar la oscuridad, dando a la obra un resplandor fosforescente. Parece que el parpadeo de los astros fuese la última esperanza de un hombre hundido en la desesperación.