Desde hace años, e incluso siglos, el acoso policial y el abuso de poder en Estados Unidos ha generado uno de los mayores problemas contra la inclusión, igualdad y equidad en los sectores racializados y sociales más marginales y discriminados como la población negra, árabe o latina, entre otras.
Todo esto, radica de un mismo germen: la supremacía blanca, es decir, la creencia que defiende que las personas blancas son superiores en todos los aspectos vitales en comparación con otras etnias. Este último concepto, está totalmente vinculado con la extremaderecha, con el fascismo propio del S.XX (III Reich en la Alemania Nazi) y el colonialismo de Occidente desde el S. XV hasta la actualidad (Apartheid Sudáfrica, colonización en Palestina, etc).
EE.UU se ha convertido en uno de los países en donde más se aprecia esta discriminación racial de manera más visible y cotidiana. No obstante, no podemos olvidar que esta problemática radica en todos los países blancos occidentales que, de una manera directa o indirecta, interfiere de manera discriminatoria, favoreciendo a esta creencia (xenofobia, CIE, Ley de Extranjería ineficiente, desamparo ante la crisis de refugiad@s, etc).
En este país americano, diferentes movimientos extremistas y ultraconservadores como el del Ku Klux Klan (KKK), defienden la erradicación total de las personas racializadas en EE.UU, posicionando la figura de la «persona blanca» como un ser superior en la escala social, política y económica del país.
No obstante, a nivel institucional, esto también se puede todavía apreciar en EE.UU. No hace falta retroceder al pasado para comprobar que a día de hoy, se sigue perpetuando dicha persecución; desde en la Casa Blanca con la influencia republicana y Donald Trump como Presidente de Estados Unidos como con la violencia policial diaria y su abuso de poder contra la población racializada.
En lo que llevamos de año, varias muertes han sido registradas como resultado del abuso policial y la supremacía blanca en EE.UU. Todas estas víctimas fueron personas negras, trans e incluso marginadas socialmente.
En estos últimos meses, por destacar, se han viralizado dos nuevos asesinatos a personas negras por supremacistas y policías blanc@s: El primero, el de Ahmaud Arbery, un joven negro que fue disparado por dos supremacistas blancos en plena vía pública tras salir a correr en un parque de Georgia (EE.UU). Sus asesinos pusieron como excusa que Ahmaud era un supuesto ladrón. Más tarde se desmintió por vídeo dicha afirmación.
La segunda, el reciente asesinato de George Floyd, el cual fue asfixiado en plena vía pública a manos de un policía estadounidense, supremacista blanco y seguidor de Donald Trump en Minneapolis (EE.UU).
Muchas organizaciones y movimientos sociales como #BlackLivesMatter, han mostrado públicamente su rechazo contra el maltrato y la vulnerabilidad que sufren las personas racializadas, en este caso, negras en este país.
Y es que como dijo la activista afrofeminista y exmiembro de l@s Black Panthers, Angela Davis, «el feminismo eficaz tiene que luchar contra la homofobia, la explotación de clase, raza y género, el capitalismo y el imperialismo».