2017 se presenta calentito. Será un año electoral -no, aquí en España no, de momento…-, de esos que pueden cambiar el rumbo de la historia. Y lo mejor, 2017 no empieza el 1 de enero. Para la política, el próximo año empieza el 8 de noviembre. Es decir, en menos de un mes…
¿Y por qué? Pues porque ese día, el martes después del primer lunes de noviembre según la tradición, los estadounidenses van a votar. Y les tocará elegir, básicamente, entre Trump o Clinton, entre susto o muerte. Es un comienzo fuerte, nada más y nada menos que la nación más poderosa del mundo. Y todo ese poder puede estar en manos de un excéntrico como Trump, o de una negligente como Clinton. No parece un futuro muy prometedor, y los estadounidenses lo saben. Son los candidatos menos populares de toda la historia, y quien gane ha de saber que no lo hace por ser el favorito, sino el menos odiado.
Antes siquiera de que el futuro presidente o presidenta de EEUU tome posesión, otras elecciones que se presentan calientes. Esta vez en Europa, en Austria. Se trata de una repetición de la segunda vuelta, que fue anulada por irregularidades en el recuento. Fueron unas votaciones muy reñidas, entre el candidato por los verdes, Van der Bellen, y el ultraderechista del FPÖ, Norbert Hofer. Este último, aunque niega su pasado ultra, es de esos que, ante la crisis de refugiados, dice «austriacos primero». Es la cara amable de un partido con una larga tradición de xenofobia y ultranacionalismo en Austria. Y también es el favorito a ganar las próximas elecciones. Un nuevo peligro para Europa, que se suma al afán antimigratorio de Orbán en Hungría y a la deriva derechista del gobierno polaco.
Y seguimos en Europa. Ya sí, en el 2017 gregoriano, dos elecciones que causan auténtico desconcierto. Primero, en Francia. Toca elegir nuevo presidente, y de momento va liderando las encuestas… ¡Marine Le Pen! Sí, la del Frente Nacional (FN), hija del fundador del partido, un tipo que llegó a decir que «el ébola puede solucionar el problema de inmigración en tres meses», y que una vez incluso llegó a la segunda vuelta contra Chirac, ante quien perdió estrepitosamente. Su hija hace honor a su legado, y con la islamofobia y la xenofobia por bandera, tiene muchas papeletas para convertirse en la próxima presidenta de la V República Francesa. Un auténtico peligro en pleno corazón de Europa…
¿Y después? Entre agosto y octubre se celebrarán las elecciones federales en Alemania, donde se elegirá la nueva conformación del Bundestag (Parlamento). Un sistema de representación casi perfecto, con la precisión propia de los germanos, que sin embargo amenaza con alojar en sus asientos a un gran número de diputados del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Están creciendo a costa de criticar la política migratoria de Merkel, que hasta el año pasado había abierto las puertas a más refugiados que ningún otro país de Europa. Están creciendo en todas las encuestas, y aunque por el momento no parecen en condiciones de disputar el liderazgo a la CDU, podría superar incluso al histórico SPD (socialdemócratas), de capa caída desde que conformaron la gran coalición que llevó a Merkel a la cancillería por tercera vez en 2013.
En definitiva, un año… interesante. Un año peligroso, donde la xenofobia y el racismo pueden ganar mucho terreno en EEUU y Europa, o donde, con suerte, estas queden en evidente derrota frente a la democracia que, al menos de oficio, parecen defender sus contrincantes… Veremos.