El periodismo es una profesión absolutamente vocacional. Lxs jóvenes que nos queremos dedicar a ello nos tenemos que someter a unas condiciones nefastas que apenas llegan para los gastos más básicos, y mucho menos para independizarnos.
Encontrar unas prácticas “remuneradas” en las que se gane algo, desde la ayuda al transporte hasta los 300 euros, resulta complicadísimo para lxs estudiantes y recién licenciadxs en periodismo. Conseguir un trabajo decente, aún más.
Y Actualidad Joven surgió, en parte, por eso. Por todas esas prácticas precarias, por no poder encontrar un trabajo digno, por la censura por parte de los medios y por no poder ejercer el periodismo que queríamos ejercer.
Por eso. el Día del Periodista hemos decidido agrupar declaraciones anónimas de varixs miembros de nuestro equipo en este artículo, para reflejar la realidad del periodismo actual y conseguir que se reflexione sobre ello.
1.
Mi experiencia en el periodismo (más allá de Actualidad Joven) es bastante precaria, como las de prácticamente todxs los periodistas de mi edad. He ido enlazando unas prácticas muy precarias con otras durante más de tres años. En ellas, he tenido que realizar las labores de un redactor por 100 euros al mes, y, a pesar de que todos prometen la posibilidad de contrato, nadie contrata.
Los trabajos a los que podemos optar los periodistas de mi generación son tan precarios que, en muchos casos, merece más la pena trabajar en otros sectores para los que no hemos estudiado. Salarios brutos de 9.500 al año por una jornada completa o 40 euros por artículo son las condiciones a las que enfrentemos y es lo que hace que todos tengamos crisis existenciales y profesionales.
Y es que he decidido más de 5 años a estudiar una carrera y un máster para poder aspirar, como máximo, a un trabajo de estas condiciones y dónde mi única escapatoria es este diario. Todo esto me lleva a preguntarme, ¿qué estamos haciendo mal como sociedad para permitir que la profesión que nos informa viva así? ¿Hasta cuándo lxs jóvenes podremos seguir manteniendo este nivel de vida?
2.
No sé qué es peor: saber a lo que te quieres dedicar o no tener ni la más remota idea. Cuando empecé a estudiar periodismo me deshice ante la vocación que decía tener el resto y que yo no podía compartir. No creo ni en la vocación ni en el talento. Cuatro años de mi vida respetando esta decisión que se convertiría en mi profesión.
En primero comencé con el proyecto ambicioso de mi compañera y amiga: Actualidad Joven. Hasta el momento es lo único que me recuerda por qué estudié la carrera. Me jode la irresponsabilidad ante la situación de los jóvenes. Somos la generación mejor formada y puede que la más silenciada.
3.
Aguanté dos días trabajando para un medio porque en una noticia no me dejaron citar una fuente, bajo la justificación de que yo era el periodista. Debido a las correcciones de la persona al mando y el tiempo que tenía que invertir en hacer las noticias como él quería, sospeché que no me quería en el medio y tomé la decisión de irme antes de que me echara. No firmé ningún tipo de contrato y el salario no llegaba a los 300 euros, como ocurre en varios medios.
4.
El periodismo siempre ha sido una vocación personal que me animó a matricularme en la Complutense pero la cruda realidad se empezó a manifestar en segundo de grado.
Desde ese momento, tras ver la carencia de contenido de la carrera, decidí ser un eterno becario hasta acabar mis estudios. Todas mis experiencias laborales fueron sin remunerar ni cotizar. Haciendo justamente el mismo trabajo que el resto de mis compañer@s periodistas contratrad@s y con unos derechos básicos muy cuestionables. Respeto muchísimo el gremio pero, a día de hoy, pero la desmotivación y el negativismo generalizado es algo más que palpable.
¿Existirán salidas profesionales a todo esto algún día? ¿Me dedicaré por fin a lo que he estudiado? Estás preguntas me las sigo repitiendo e intento buscar una respuesta y solución. Por ahora, nada.