Ayer, domingo 4 de diciembre, podía ser el día en que Europa, como proyecto, comenzase –o continuase- su largo camino de autodestrucción que, durante 2017, dará pasos fundamentales en una u otra dirección. Ayer, austriacos e italianos visitaban las urnas. Los primeros, para elegir a su presidente; los segundos, para decidir una reforma constitucional.
La primera de las citas, la de Austria, era fundamental para la continuidad del proyecto europeo tal y como lo conocemos. Estas elecciones eran la repetición de la segunda vuelta, que ya se celebró en mayo de este año, pero que fue anulada por supuestas irregularidades en el escrutinio. Se enfrentaban dos candidatos que no podían estar más alejados ideológica y personalmente. Por un lado, Norbert Hofer, del FPÖ, un candidato relativamente joven, deportista y de gran carisma. Por el otro, Alexander van der Bellen, candidato de los verdes, un señor ya jubilado, con mucha experiencia y preparación, pero poca labia. Ahora bien, ¿quién es realmente Hofer y de dónde viene su partido? El FPÖ fue fundado en los años 50’ por antiguos oficiales de las SS, de marcada tendencia ultraderechista. Aunque ha sufrido modificaciones en sus principales líneas ideológicas, en 2016 sigue siendo un partido de extrema derecha, eurófobo y contrario a las políticas de acogida de refugiados.
Las encuestas daban la victoria a Hofer, aunque por un margen muy estrecho. Finalmente, y siguiendo con la tendencia a la sorpresa en los procesos electorales de este año, la presidencia será para van der Bellen, por un 53% de los votos. Frente al candidato del FPÖ, van der Bellen defiende el mantenimiento del proyecto europeo –e incluso su profundización-, una política de mayor acogida a refugiados y un programa social ambicioso. Ha sido una victoria, por tanto, de la apuesta europeísta e integradora, pero también un toque de atención: la extrema derecha ruge con fuerza en toda Europa, y este ha sido el primero de varios procesos electorales el próximo año donde podrá demostrar su potencial (Francia, Holanda, Alemania…).
El segundo encuentro con las urnas, en Italia, también tenía una importancia enorme. En la propuesta de reforma de la Constitución de 1947 se incluía, entre otras, la supresión de la bicameralidad paritaria, por la que tanto el Senado como el Congreso tienen capacidad legislativa similar; y se aumentaba el poder del Ejecutivo. Renzi, quien había impulsado esta reforma, vinculó su futuro político al resultado del referéndum, haciendo que toda la oposición pidiese el ‘NO’ al mismo. A la victoria de este ‘NO’ ya apuntaban todas las encuestas y, esta vez sí, acertaron. Finalmente, acudieron a votar el 68% de los italianos –una participación altísima-, y de ellos, el 59,95% dijo ‘NO’ a la reforma Constitucional. Casi de manera inmediata, Mateo Renzi anunció su dimisión, después de tres años como primer ministro, a donde llegó sin haber pasado por las urnas, para sustituir a Enrico Letta. La victoria del NO abre las puertas ahora a una convocatoria electoral que podría dar la victoria al Movimiento 5 Estrellas (M5S), del humorista Beppe Grillo, que se propone como alternativa a los dos grandes partidos tradicionales, acosados por la corrupción e incapaces de responder ante las nuevas demandas de los italianos. En el próximo año parece que también se decide el futuro de Italia, en un contexto electoral europeo bastante calentito.