Un equipo de científicos españoles del Institute for Research in Biomedicine (IRB) de Barcelona han descubierto que las grasas pueden tener un papel muy relevante en la propagación de la metástasis.
El pasado 7 de diciembre esta noticia aparecía en la prestigiosa revista científica Nature. Salvador Aznar Benitah y sus compañeros del IRB han conseguido dar un gran paso para descubrir cuando se produce el inicio de la metástasis y, además, un posible tratamiento para poder minimizarla, el cual ya ha sido probado en ratones.
Todo se debe a la proteína CD36. Esta proteína se encarga de transportar la grasa y que se encuentra en las membranas celulares. El equipo de Salvador ha averiguado que, al aumentar la concentración de esta proteína en las membranas, también aumenta la probabilidad de que un tumor se metastatice.
Tras esto, se procedió a ver si las grasas consumidas en la dieta intervenían en la proliferación de la propagación del cáncer, y así fue, se descubrió que al alimentar a los ratones con una dieta con un 15% más de grasa que la dieta normal, más del 80% presentaban más metástasis que el “grupo control” de ratones y, además, de mayor tamaño.
Pero no todas las grasas inducen de igual forma la metástasis, de hecho, los ratones que presentaban mayor proliferación tumoral eran los que habían consumido mayor cantidad de ácido palmítico, muy abundante en el aceite de palma (empleado en algunos restaurantes de comida rápida, por ejemplo).
Por otro lado, al suministrar a los ratones anticuerpos inhibidores de la CD36, los niveles de metástasis decrecían considerablemente, lo que puede dar lugar a un posible tratamiento. Este descubrimiento podría hacer evidente cual es el origen de la propagación del cáncer y, de ser así, acercarnos considerablemente a su eliminación.
También cabe destacar que este descubrimiento ha sido realizado en España, lo que podemos utilizar como evidencia de que es más que necesaria la inversión en ciencia y tecnología que acostumbro a demandar en muchos de mis artículos, ya que contamos con excelentes científicos e investigadores.
Aunque este descubrimiento solo ha sido testado en ratones, y aún queda un largo camino por recorrer, hay motivos suficientes para ser optimistas y pensar que cada vez estamos más cerca del principio del fin.