Cada año se diagnostican más de 200.000 casos de cáncer solo en España, situándose entre una de las cinco principales causas de mortalidad en nuestro país, pero ¿Qué es en realidad el cáncer? ¿Cómo se desarrolla? ¿Por qué es tan difícil encontrar una cura?
Según la SEOM (Sociedad Española de Oncología Médica) el término cáncer “engloba un grupo numeroso de enfermedades que se caracterizan por el desarrollo de células anormales, que se dividen, crecen y se diseminan sin control en cualquier parte del cuerpo”. Esto quiere decir que, para que se produzca un cáncer, algunas células de nuestro organismo tienen que “perder el control” de su propia división, de manera que estas células comienzan a multiplicarse de manera indiscriminada hasta causar un tumor (aunque algunos cánceres no tienen por qué formar tumores).
Los tumores pueden ser benignos o malignos. En el caso de un tumor benigno, la masa de células tumorales no tiene la capacidad de extenderse a otras zonas del cuerpo y no puede invadir otros órganos, por ejemplo, si se desarrolla un tumor benigno en el pulmón este no tiene la capacidad de llegar hasta el páncreas. Es por ello que los tumores benignos no pueden desarrollar un cáncer, y la extirpación del tumor suele ser suficiente para acabar con el problema. Aun así, es muy importante detectar el tumor cuanto antes mejor.
Por el contrario, los tumores malignos sí tienen la capacidad de extenderse e invadir otros órganos, pudiendo desarrollar un cáncer. La propagación de las células cancerígenas a otros tejidos u órganos es lo que se conoce como metástasis. En el caso de este tipo de tumores, es fundamental el diagnóstico precoz para evitar que se produzca la metástasis.
Según los datos de la Organización Mundial de la Salud, los principales tipos de cáncer que se dan en España son el cáncer colo-rectal (cáncer de colon), cáncer de próstata (mayoritario en varones), cáncer de pulmón, cáncer de mama (mayoritario en mujeres) y cáncer de vejiga, aunque también hemos de destacar cánceres con altos niveles de mortalidad, como el cáncer hepático (cáncer de hígado) o el cáncer de páncreas.
La propensión a padecer cáncer varía entre hombre y mujeres, tanto es así que, según las estimaciones, una de cada tres mujeres desarrollará un cáncer a lo largo de su vida, mientras que en hombres los datos son aún más alarmantes, ya que la cifra se eleva a uno de cada dos varones. Esto significa que cualquiera de nosotros se va a ver afectado de una forma directa o indirecta por el cáncer, lo que supone un problema global.
La principal causa por la que aún no se ha encontrado una cura contra el cáncer es por la diversidad de cánceres que existen, ya que, aunque el origen es común (el descontrol en el ciclo de división celular que da lugar a la proliferación de células tumorales) cada tipo de cáncer es diferente. Además, las células cancerígenas tienen la capacidad de utilizar reservorios de nuestro organismo para “esconderse” del sistema inmune, lo que suele ser la principal causa de las reapariciones del cáncer en casos ya tratados.
En la actualidad existen multitud de tratamientos contra el cáncer. Los más frecuentes son la cirugía, que consiste en extirpar el tumor y parte del tejido adyacente a este, la quimioterapia, que utiliza una serie de fármacos para destruir las células cancerosas, y la radioterapia, que utiliza altas dosis de radiación para destruir y disminuir el tamaño de los tumores.
Uno de los principales problemas de estos tratamientos es que son altamente inespecíficos, de manera que atacan tanto a las células tumorales como a los tejidos sanos. Además, principalmente en la quimioterapia y la radioterapia, estos tratamientos presentas graves efectos secundarios, como vómitos, diarreas, sangrados, dolores de cabeza etc., aunque por supuesto, estos efectos secundarios son menos peligrosos que no tratar los tumores del paciente.
Pero la investigación contra el cáncer ha dado un paso más allá y los nuevos tratamientos se centran en atacar exclusivamente a las células tumorales, para evitar el daño de las células sanas y reducir los efectos secundarios. Entre estos tratamientos se encuentran la inmunoterapia, que consiste en administrar anticuerpos específicos para estimular el sistema inmune o la terapia dirigida viral, que busca destruir las células cancerígenas empleando virus modificados mediante ingeniería genética.
Uno de los tratamientos que parecen más prometedores actualmente es la terapia CAR-T, que consiste en coger los linfocitos T del paciente, modificarlos genéticamente y volver a introducirlos en el enfermo, de manera que estos linfocitos T ataquen a las células cancerígenas y las destruyan.