Hip Hop y Henry Chalfant.
“Vamos, chaval, ¿no te da vergüenza ensuciar las paredes de tu facultad?” es la frase que espeta un profesor de la UCM a un joven que deja su firma en una pared. El joven hace caso omiso y termina su labor. Antes de caminar en otra dirección, responde: “ni siquiera estudio aquí”. Separados por muchos años de cambio frenético de paradigma cultural, el profesor no puede imaginar que esa mancha en la pared es la forma más válida de arte que conoce el chaval.
Un arte efímero y criminalizado que poco a poco ha ido adquiriendo el estatus de relevancia que merece.
Esta tesis es el sustrato que envuelve toda la obra de Henry Chalfant y que se puede ver gratuitamente hasta el 18 de noviembre bajo el rótulo “Art Is Not a Crime 1977-1987” en el Centro de Arte Tomás y Valiente de Fuenlabrada, Madrid. Henry empezó en Nueva York fotografiando las pintadas del metro y las calles, siendo pionero en plasmar toda una cultura alternativa que estaba surgiendo desde los estamentos más pobres de la polarizada sociedad neoyorkina de los 80.
Desde entonces, ha sido uno de los grandes referentes a nivel filosófico y, por supuesto, documental del movimiento, tanto que el tributo solo ha sido posible gracias a uno de los ‘writers’ (escritores) más trascendentes de España, SUSO33, que da las gracias a Henry por ser “un maestro para todos nosotros”.
La exposición:
Atendiendo a la exposición el bombardeo de pintadas es incesante desde el momento que entras, y forma un conglomerado capaz de introducirte de lleno en la escena urbana más ‘underground’ de los 80, con una estética que pasa por el ‘punk’, toma algunos elementos futuristas (hoy se entienden mejor como ‘retro’) y forman, de pleno, el Hip Hop.
Las gafas de esquí, las cadenas colgando del cuello, el “power”, las frases con fuertes mensajes señalando la condición de criminal que rodea al artista y, por supuesto, las alusiones a Koch, exalcalde de Nueva York, son los elementos comunes con que estos jóvenes artistas definirían su estilo, perfectamente recogido en ‘Style Wars’, ópera prima de Chalfman y que se puede ver en una sala oscura con proyecciones en la primera planta.
La segunda planta muestra un lado más humano con fotografías de los artistas frente a sus ‘piezas’ y otros ejemplos del movimiento ‘B-Boy’ como raperos, bailarines de Break Dance, Deejays (DJ’s) y fiestas en las que todos ellos se reunían para vivir una cultura: el Hip Hop. Y qué mejor que un radiocasete de la época del que no paran de sonar ‘hits’ del Wu-Tang Clan, The Notorious B.I.G. o el tema “King of the Streets” mientras uno se empapa de este momento.
Desde luego, la sensación es de estar en el último bastión de una cultura que nació como ‘underground’ y ahora colocada en la cima de lo ‘mainstream’ como uno de los movimientos culturales más influyentes de la actualidad, observable sobre todo en el mundo de la música, la moda o el diseño.
En esta concepción del arte marcada por la marginalidad y la identidad se demuestra que éste es más fuerte que las barreras que se le puedan imponer.