«El trabajo libera» prometía el cartel del mayor complejo de campos de concentración de la historia del nazismo, situado en Oświęcim a unos 43 km al oeste de Cracovia. Judíos, polacos, gitanos, prisioneros, comunistas y homosexuales vieron ese cartel durante casi cinco años, antes de que se les confinase y asesinase en los campos.
Se calcula que cerca de un millón trescientas mil personas fueron enviadas a Auschwitz. Más de un 1,1 millones murieron allí, el 90% de ellos, en torno a un millón eran judíos.
En ese campo perecieron cientos de miles de personajes conocidos como Edith Stein, pero la inmensa mayoría han pasado al olvido por los intentos de los nazis de borrar cualquier prueba al ver acercarse su fin.
La durísima vida en el campo
Al llegar al campo, rápidamente se elegía si los presos morirían o servirían como “mano de obra”. Los niños y ancianos eran enviados directamente a las cámaras de gas, donde, “para desinfectarlos” les hacían desnudarse y meterse en la cámara, donde morirían asfixiados segundos después. Muy cerca tenían los crematorios, donde lo único que quedaba de ellos eran cenizas.
Las extremas condiciones de vida hacían que la esperanza de vida de las 400.000 personas que sí se encontaraban registradas en los campos no superara las pocas semanas. Los reclusos perdían su nombre, las SS se lo borraban de la mente mediante una aguja en la cual la cambiaban por una serie de números.
Así era la vida en el campo. Les despojaban de tu historia, les robaban quien eras y les hacían ser una máquina, que posiblemente fallase a los pocos días. Poco les importaba a los nazis.
Actos en conmemoración
Numerosos políticos y personalidades de diferentes partes del mundo han visitado este lunes el enclave polaco ocupado por Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, para conmemorar a las víctimas del holocausto y participarán en numerosos actos.
También han acudido algunos supervivientes con un mensaje unánime: «No olviden lo que sucedió en el Holocausto y procuren que nunca vuelva a repetirse».