El confinamiento está provocando que muchas personas experimenten sensaciones y emociones ligadas a la depresión, al estrés o a la ansiedad. También, debido a la alteración de nuestras rutinas, está afectando a las actividades más cotidianas y a las necesidades más básicas como el sueño y el apetito.
En este artículo se hablará de las diferentes cuestiones a tener en cuenta como la incertidumbre, los rumores y la tecnología, debido al papel primordial que están ejerciendo en el confinamiento. También se hablará de su papel como posibles detonantes de ciertos síntomas que se están manifestando.
Incertidumbre
Sin lugar a duda, la incertidumbre es un aspecto fundamental dentro del panorama actual que se está atravesando. Y se define como el deseo de obtener respuestas rápidas a las diferentes preguntas que vamos formulando pero que tienen un contenido confuso y ambiguo.
Como señala el psicólogo Roberto Muelas en su artículo “La incertidumbre, esa asesina silenciosa”, cuando nos encontramos en periodos en los que esta reina, solemos tener una sensación incomoda de búsqueda incesante de información para poder encontrar respuestas a todas las cuestiones sin resolver, dando lugar al cierre cognitivo. Éste es difícil de hallar, ya que se tiene continuamente información actualizada y determinante para la continuidad o el fin de dicho confinamiento, provocando que la situación cambie en cuestión de horas.
Sobre-documentación y rumores
Por este motivo, puede crecer el ansia de abarcar una mayor cantidad de información produciéndose lo que se conoce como sobre-documentación. Este tipo de datos no son precisamente positivos (número de contagiados, número de muertos, impacto sociopolítico…), por lo que podrá derivar en pensamientos rumiativos o incluso ansiedad por el mero hecho de pensar exclusivamente en el tema y su estudio desde diferentes puntos de vista.
Como es lógico, estas investigaciones se pueden ver contaminadas o distorsionadas dando lugar a los rumores. Allport y Portman(1978) los definen como distorsiones o tergiversaciones de la verdado de la realidad dando lugar a una proyección mental o una intención directa de manipular y mentir. En situaciones de desastre el miedo actuará como germen de los rumores, ya que serán mucho más fáciles de aceptar, por descabellados, que parezcan debido a la necesidad cognitiva de comprender y racionalizar lo que está pasando. El hecho de no tener conocimientos de la información que nos llega también puede ser influyente (el bulo de que “tomar ibuprofeno agrava la infección pudiendo provocar la muerte” será mucho más creíble para una persona no documentada o que no posee tantos conocimientos de los fármacos y su actuación).
En el artículo “Psicología de masas, identidad social, epidemias y rumores: la influenza en México” escrito por la doctora Anna María Fernández Poncela, se habla acerca de la influencia de los rumores durante la epidemia del virus influenza en México (2009). Muestra como la desconfianza por parte de los mejicanos hacia su gobierno provocaba inseguridad, malestar, temor y enfado. Es un ejemplo claro de cómo las masas, entendidas como un conjunto de individuos anónimos y semejantes, son presa fácil de contagio emocional y sugestión.
Algunos ejemplos de rumores que se pueden observar durante el confinamiento han sido: la falta de abastecimiento de los supermercados o la suelta de leones por parte del gobierno ruso, entre otros.
Tecnología, un arma de doble filo
La tecnología se ha convertido en una herramienta imprescindible para sobrellevar este tiempo de cuarentena. Por suerte o por desgracia ha llegado “en el momento más adecuado”. España es un país desarrollado en el que la mayoría de la población tiene fácil acceso a las nuevas tecnologías, pero estas pueden convertirse en un arma de doble filo:
Por una parte, sirven de gran ayuda al permitir obtener información actualizada e inmediata de todas las noticias referentes al COVID-19; una fuente de entretenimiento al ofrecernos una gran variedad de actividades (manualidades, deporte, recetas de cocina, memes…); y una forma de acercarnos a nuestros seres queridos, gracias a las redes sociales (Skype, WhatsApp, Instagram), con los que vivimos el confinamiento a distancia.
Por otra parte, pueden provocar un estado de saturación para la propia persona al verse bombardeada por cada mínima actualización relativa a la evolución de la pandemia (sobreinformación). Además, las redes sociales suponen una ventana al mundo que, por lo general, muestran la mejor versión del confinamiento, provocando en otros sentimientos tales como inutilidad, culpabilidad o inferioridad al compararse.
A modo de conclusión, se debe recalcar que el papel que adoptarán las tecnologías dependerá del uso que cada uno le dé y de cómo afecta a cada individuo. Así, por ejemplo, en el caso de los niños, se pueden aprovechar para tenerlos entretenidos en el día a día con dinámicas propuestas por otros, actividades interactivas y las ya citadas manualidades. Además de contribuir a la interacción con sus iguales, que puede verse resentida por el estado de confinamiento y que no deja de ser una parte esencial de su aprendizaje.