Carlos Puebla, cantor de la Revolución cubana por excelencia, tiene una obra extensa, desarrollada durante más de 30 años difundiendo las ideas y ‘logros’ de la experiencia cubana. A Fidel le dedicó una buena parte de ella, la más conocida de todas, como reza este título, celebrando la llegada del ‘Comandante’ al poder, allá por 1959. El 1 de enero de aquel año, un grupo de guerrilleros, que venían desde la otra punta de la isla, entraban triunfantes a La Habana, al tiempo que Batista, el dictador que había gobernado la isla durante siete años, huía hacia la República Dominicana, dejando el camino libre a estos ‘barbudos’ -así llamaba el régimen al grupo de rebeldes- para su ascenso al poder, haciendo triunfar la Revolución Cubana.
No fue Castro el primer presidente de este nuevo régimen, sino Urrutia, un juez que no había participado de la lucha en la Sierra, pero que había defendido a los guerrilleros desde la Tribuna. Duraría siete meses, antes de exiliarse a EEUU. Le sucedería Osvaldo Dorticos, pero el cargo de ‘Presidente’ iba a cobrar pronto un papel testimonial. Ya desde 1959, quien realmente mandaba en Cuba era Fidel Castro, y así fue hasta 2006, cuando se vio obligado a renunciar. 47 años. En ese tiempo ha habido oportunidad de verle y escucharle durante miles y miles de horas, aprovechando al máximo sus dotes de orador en discursos maratónicos de casi 12 horas. Le hemos visto anunciar medidas de gran relevancia para el país, amenazar a sus enemigos y denunciar el bloqueo que desde 1960 impone EEUU a la isla, rememorar la historia y los héroes nacionales… Ya fuera de escena, tomaría decisiones que no podían decirse en público, como las sentencias de muerte, cuyo número baila incansable, haciendo imposible dar una cifra exacta…
Si por casualidad se tiene la suerte de poder preguntar a un cubano por Fidel, pocas veces tendrás una respuesta clara y concisa. Es imposible. Quien ha estado presente día y noche durante 47 años en la vida de cualquier cubano no puede ser simplemente un demonio o un dios. Es parte de tu día a día, te acompaña al ver la TV, al andar por la calle, al comprar en una tienda, al ir al médico, al colegio, al trabajo… Fidel es Cuba, y Cuba es Fidel, y el día que Fidel muera, “nadie se lo va a creer de verdad”, como diría él mismo en más de una ocasión.
Y el día llegó. Y la verdad, más de uno tuvo que comprobar la noticia varias veces, porque algo así no es fácil de asimilar. Yo tuve la inmensa suerte de conocer Cuba este año, sin sospechar aún que apenas cuatro meses después se iría uno de los más grandes mitos del país -y del continente. Tuve la suerte de ver los preparativos para su noventa cumpleaños, el 13 de agosto, que en la isla es fiesta nacional. Ese día, apareció en público para decir que, probablemente, sería una de las últimas veces que le vieran. Fue el último aviso. Apenas apareció unas pocas veces más por TV hasta que llegó el 25 de noviembre. Black Friday para algunos, aunque, propiamente, sea el Día Internacional contra la Violencia Machista. Desde luego fue un viernes negro para sus partidarios, y una fiesta desenfrenada para sus detractores, la mayoría exiliados en Miami.
47 años. De libertad y progreso, para algunos; de represión y pobreza, para otros. 47 años de luces y sombras, de ‘patriotas’ y ‘gusanos’, de Revolución. Era 1 de enero de 1959, “y en eso llegó Fidel”.