No hay nada como llegar a casa, pongamos un viernes por ejemplo, después de estar todo el día trabajando o en la universidad, llamar a tus amigos o a tu pareja y decir la frase: ¿pedimos algo esta noche? No existe una excusa tan perfecta para pactar un plan con alguien que hacerlo de esta manera. El siguiente paso ya consiste en elegir qué se pide o a qué restaurante se va a ir; hamburguesa, pizza, dürüm, pollo frito y un sinfín de posibilidades tan amplias como las cartas de cualquiera de estos restaurantes.
Hasta aquí todo parece normal, o eso quieren hacernos creer. La comida basura es esa otra cara de la moneda que las grandes cadenas pretenden ocultarnos a toda costa; algo que se ha ido convirtiendo con el paso de los años en una adicción ya normalizada y que ha pasado a estar completamente descontrolada, y no solamente se trata de eso.
El lobo disfrazado de cordero
¿Qué hay de las patatas fritas, los refrescos, los complementos y los postres que se incluyen en estos tipos de menú? ¿Y de los menús innecesariamente grandes? Paga 1€ más y lo hacemos a tu medida. Una gran estrategia de marketing donde no solamente nos están llamando obesos, sino que además comemos algo que en realidad no es. Se trata de algo que con el paso del tiempo consumimos de manera inocente, sin pensar en las consecuencias y entrando poco a poco en un círculo vicioso de excesos y calorías vacías, siendo cada vez más dependientes.
Quizás sería una locura decir que la comida basura es la nueva droga del siglo XXI por encima del tabaco o del alcohol, o quizás no lo sería tanto. Pensemos en la publicidad cada día. Vemos los anuncios de las distintas empresas o alimentos como spots llenos de gente feliz, compartiendo momentos únicos, llenos de luminiscencia, colorido y con canciones pegadizas. Pero atención, nunca faltará esa letra minúscula que te invita a realizar 30 minutos de actividad física cada día, como si de alguna forma fueran a suplir las más de 1700 calorías que vas a ingerir en un menú completo.
Si todavía te estás preguntando en qué consisten estos tipos de menú, no te preocupes, ha llegado el momento.
Paga poco y comerás el menú sorpresa
En cualquier restaurante de comida rápida existe la posibilidad de escoger un menú con estas características. Una masa de carne ultraprocesada y congelada, nuggets de pollo hechos con restos de carcasas, huesos, picos, tripas y carne o refrescos que en realidad son una mezcla de polvos y agua, al igual que los helados.
Sin embargo, lo preocupante es la enorme pasividad e indiferencia que se muestra en sus políticas de empresa e incluso patrocinándose cada día como pioneros de la alimentación; viva la carne 100% de vacuno y los pollos de corral, aunque al menos ya no se oculta de manera descarada la carta de información nutricional de los productos.
Supongo que será una cuestión de educación alimentaria que afecta a casi todos los países del mundo, ya que en ocasiones no se piensa con absoluta lucidez a la hora de lo que realmente comemos, ya sea en casa o fuera de ella. Colegios, institutos y universidades en España donde, por ejemplo, las elaboraciones que fundamentan todo menú por encima del resto son los fritos y las carnes excesivamente grasas, convirtiéndose en el país con mayor obesidad de Europa en el caso de los niños (40%), según ha afirmado la Iniciativa Europea de Vigilancia de la Obesidad Infantil de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Contagiados por el American way of life
Si algo tiene muy bueno Estados Unidos, es esa forma de atraer al consumidor de manera instantánea y de saber adaptar las comidas de otros países a su propia gastronomía. Con las hamburguesas de Alemania, las patatas fritas de Francia y la pizza de Italia han sabido hacer el combo perfecto de negocio gracias, en parte, a las inclusiones en las series y películas de Hollywood, expandiendo el monopolio de la comida ‘made in USA’ y su american way of life (estilo de vida americano) en todo el globo.
Del mismo modo, nosotros hemos sabido acoger toda esa cultura gastronómica desde hace algunas décadas y es algo que ya no tiene vuelta atrás; los donuts, helados, hamburguesas o pizzas ya forman parte de nuestra particular ‘dieta mediterránea’. ¿Qué mas da si a la larga los fallos renales, los problemas de hígado, de corazón o la diabetes atentan contra nuestra salud?
Lo que no mata, engorda. Y tanto que sí.