Para entender esta historia debemos retroceder hasta el año 1977. El Real Betis participaba por segunda vez en una competición europea (después de jugar la extinta Copa de Ferias en la temporada 60/61) y alcanzaba los cuartos de final de la Recopa de Europa, derrotando al A.C. Milan (con goles de García Soriano y Eulate) y al ya desaparecido F.C. Lokomotive Leipzig, sin embargo caería ante el Dinamo de Moscú en cuartos de final. Tras una magnífica campaña europea, los verdiblancos certificarían su descenso a Segunda División en la misma temporada.
De vuelta a Primera División, el Betis lograría disputar la Copa de la UEFA en dos ocasiones (1982 y 1984). Desde entonces y hasta 1992, atravesó un período de crisis económica y deportiva, en el que vivió nuevamente un descenso de categoría en el año 1991. Siempre le tildaron de “equipo ascensor”, sus constantes subidas y bajadas hacían del Betis un equipo inestable, y a la vez glorioso; con el apoyo de su afición, el equipo resurgiría y saldría del pozo en el que se hallaba inmerso.
Con la llegada de uno de los presidentes más controvertidos de la historia, Manuel Ruiz de Lopera, el conjunto de Heliópolis volvió a Primera División y construyó una plantilla digna de uno de los mejores equipos de Europa: Finidi, Alfonso, Toni Prats, Kasumov, Frascarelli, Fernando, Benjamín, Oli o, el que fue en su día el fichaje más caro de la historia, Denilson, hacían del Betis un equipo temible, que propondría su candidatura no sólo a ocupar plazas europeas, sino a conquistar la Liga.
Pero, siguiendo la tónica del relato, la historia no tendría final feliz y el equipo acabó descendiendo nuevamente a Segunda en el año 2000 de la mano del entrenador bosnio Faruk Hadžibegić. Previamente, en esa temporada, el equipo fue dirigido por Carlos Griguol (que venía de lograr tres subcampeonatos con Gimnasia y Esgrima La Plata en Argentina) y por Guus Hiddink.
En la siguiente temporada consiguen el ascenso de categoría y, en su vuelta a la élite, firmarían una de las mejores campañas en la historia del club rozando el 4º puesto que les daba opción a jugar la UEFA Champions League. Ese premio llegaría tres años después, en la temporada 2004/2005 bajo las órdenes de Lorenzo Serra Ferrer: el Betis terminaba la competición liguera en cuarta posición y conquistaba su segunda Copa del Rey después de derrotar al Osasuna con goles de Ricardo Oliveira (76’) y Dani (115’) en el estadio Vicente Calderón, que ya fue testigo de su primer trofeo copero en 1977 contra el Athletic de Bilbao tras una agónica tanda de penaltis en la que se produjeron 21 lanzamientos.
Ese mismo año, el Betis eliminaba al Mónaco en fase previa de UEFA Champions League y disputaría la fase de grupos contra Liverpool, Chelsea y Anderlecht. El conjunto del Villamarín terminaría 3º de grupo pero conseguiría una victoria histórica frente al Chelsea, entrenado en aquel entonces por Jose Mourinho y que contaba con jugadores de la talla de Drogba, Joe Cole, Lampard, Robben o Hernán Crespo. Un solitario gol de Dani, hombre clave en los partidos importantes, derrotaría a los ingleses.
Después de aquellos años gloriosos y tras varias temporadas coqueteando con el descenso, los béticos sufrirían una nueva bajada a los infiernos en la temporada 2008/2009. Jugadores como Odonkor, Rafael Sobís, Pavone, Caffa, José Mari o Mark González no supieron estar a la altura de la camiseta ni del escudo. La marcha de Lopera y la delicada situación económica del club provocaron la entrada del Betis en concurso de acreedores debido a la deuda que acumulaba la entidad, pero, como siempre, volverían disfrutar del ascenso, gracias a la magnífica campaña del tridente ofensivo Emaná-Jorge Molina-Rubén Castro, y de la vuelta a la competición europea, esta vez, bajo la denominación de Europa League en la temporada 2013/2014 con Pepe Mel en el banquillo.
El aciago recuerdo de aquella noche del mes de marzo no podrá ser olvidado por ningún aficionado bético. Ya daba igual que el equipo estuviera desahuciado en Liga y se fuera a consumar el descenso una vez más, ya nada de eso importaba. Aquella noche, el Sevilla visitaba el Benito Villamarín en la vuelta de los octavos de final de Europa League tras salir derrotado de su propio estadio en la ida por 0-2.
El fútbol y la fortuna se cebaron contra el Betis. El máximo rival les había empatado la eliminatoria y, minutos después, les ganaría en la tanda de penaltis después de un inexplicable lanzamiento errado por parte de Nono.
El sabor de la miel en los labios y la posible vuelta a unos cuartos de final en Europa fueron superados por la presión, el ansia y el temor a ser eliminado por el eterno rival. Para completar una temporada nefasta, el equipo retornó a Segunda.
Pero eso ya pasó, ahora los tiempos han cambiado y el Betis ha resucitado de entre los muertos para quedarse. Quique Setién ha dotado al equipo de la calidad, el empuje y el coraje necesario para hacer frente a cualquier adversidad. Exceptuando la eliminación en Copa del Rey contra el Cádiz, los del Guadalquivir han cosechado unos resultados excelentes en Liga; empatando en el Wanda Metropolitano frente al Atlético de Madrid, ganando al Real Madrid en el Santiago Bernabéu o derrotando al Sevilla en el Sánchez Pizjuán en un histórico 3-5.
7 partidos sin perder, 563 minutos sin encajar ningún gol y 19 puntos de los últimos 21 posibles hacen del Betis un equipo sólido, afianzado en el quinto puesto de la clasificación. Sus aspiraciones europeas crecen a medida que pasan las jornadas y el conjunto de Quique Setién tiene en sus manos la oportunidad de volver entre los mejores equipos del continente por la puerta grande y no solo eso, puede romper su maleficio consiguiendo la permanencia en Primera División por muchos años y consolidándose entre los grandes equipos españoles. Una victoria ante el Málaga, ya descendido, les permitiría poner tierra de por medio y acercarse al sueño europeo.
Vuelve el “EuroBetis”, vuelve la magia al Benito Villamarín.