“Constato entonces que vivimos en un sistema que nadie entiende cómo funciona”. Así empieza Aleix Saló, historietista y cortometrajista español, una de sus páginas de su libro Simiocracia, definido como «la crónica de la gran resaca económica». Esta obra habla precisamente de esto, de nuestro loco sistema: ¿quién lo controla realmente? ¿Por qué se producen fallos en él?
Los medios de comunicación tienen un enorme poder sobre nosotros. El mecanismo que utilizan se describe en este fragmento del libro: “Debido a la incapacidad del espectador para atender un número ilimitado de noticias bomba, lo habitual es que éstas se sucedan escalonadamente, turnándose sus quince minutos de fama para luego pasar al olvido más absoluto”. Los medios muestran noticias sensacionalistas, ocultan o maquillan la realidad para que se hable de lo que a ellos, o a los gobiernos, les interesa, en lugar de lo que es verdaderamente importante. Hoy en día, ¿quién se acuerda de la Gripe A, el Terremoto de Haití, el caso Wikileaks…? A pesar de todos los medios que disponemos actualmente (internet, redes sociales, televisión, prensa…) es imposible es seguimiento a largo plazo de los acontecimientos.
Este bombardeo de noticias hace que se mezclen y tengan igual trascendencia noticias realmente importantes y noticias que por el contrario no lo son. Además, existe el problema de que durante el periodo de “lucidez” de una noticia, todo el mundo está concienciado en ella, pero cuando otro escándalo sale a la luz y desbanca a esta noticia, ésta cae en el olvido, la injusticia continúa pero la lucha termina. Al final “nunca pasa nada”, dejamos las cosas a medias.
«La injusticia continúa pero la lucha termina»
El autor hace una comparación de la sociedad actual con las sociedades distópicas que pronosticaban George Orwell o Adolf Huxley varias décadas atrás. Personalmente, me ha impactado bastante la de George Orwell, del libro 1984, en la que los que tenían el poder impondrían a las masas una sola versión oficial de los hechos, que sería colectivamente asumida como verdad indiscutible. Hoy en día la situación es terroríficamente parecida.
¿Y sobre economía?
Un error general que casi todos cometemos sin darnos cuenta es confundir el precio de un producto con su valor real. Haciendo esto, estamos muchísimo más expuestos a burbujas especulativas, como ha ocurrido con productos insólitos como el tulipán.
La causa que lleva a las familias a consumir más y más, a costa de endeudarse, son las previsiones de futuro favorables. En este punto volvemos a los medios y al gobierno, y es que dependemos totalmente de la confianza que depositamos en el gobierno. Pero éste hace abuso de esa confianza y se aprovecha de la ignorancia de los ciudadanos para que el país crezca.
Dentro del tema de la burbuja inmobiliaria, es indignante el hecho de que los bancos contratasen a tasadores para que valoraran el inmueble a un precio hinchado, y así poder firmar hipotecas más grandes de lo que deberían, aumentando así su beneficio.
Es muy curioso el dato de que históricamente, la construcción de los mayores rascacielos coincida con el punto álgido de una época de bonanza desaforada y marque la entrada de una dura recesión. Esto se produce como consecuencia del “efecto Guggenheim”, que consiste en que una ciudad intenta hacerse un hueco en el mapa a través de la construcción de un edificio con una arquitectura original, extraña o diferente, imitando lo que ocurrió en Bilbao con la construcción del Guggenheim.
Por otro lado, ¿quién comprende la relación entre el problema de la deuda pública y la entrada de España en la Unión Europea? Antes de entrar en la UE, España corregía sus problemas de financiación en el mercado interbancario, pero a partir de su entrada, España traspasó esto a nivel europeo, vendiendo deuda pública a otros países. Cuando el gobierno detecta que el nivel de gasto es mayor al de ingresos, es cuando comienzan los recortes destinados principalmente a saldar esa deuda. Los países PIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia, España) tuvieron que ser intervenidos por la UE.
Si alguien hubiese frenado a compañías como Lehman Brothers a tiempo, se hubiese suavizado muchísimo la crisis económica que vivimos actualmente. Y si el gobierno hubiese tomado las medidas adecuadas, y sobre todo informado a la población desde el principio (que desde mi punto de vista, es un derecho fundamental), la situación en España sería mucho mejor.
Cuando somos pequeños, muchos pensamos que la crisis económica es fácil de solucionar, sólo hay que fabricar y repartir más billetes y monedas. Obviamente esto no es así, pues el dinero tiene un valor. Encuentro relación entre esto y la medida que tomó en un primer momento el gobierno español para solucionar la crisis: inyectar dinero barato en la economía, dinero que además fue destinado fundamentalmente a la banca y no a familias y empresas.
En conclusión, el autor sostiene que es bastante absurda e injustificada la actuación de los políticos ante una situación de crisis, ya que tropiezan varias veces con la misma piedra (como ya se ha visto en crisis anteriores): en lugar de cortar de raíz con los problemas y prevenir a la población de lo que se avecina, la mantienen desinformada hasta que ya es inevitable. INFORMACIÓN ES PODER.