Arabia Saudí e Irán (suníes y chiíes) llevan décadas de lucha por ver quién lidera Oriente Medio en términos de religión, política y economía. Mientras Irán se relaciona con el antiguo bloque soviético, Arabia Saudí es un socio comercial de países occidentales, como es el caso de Estados Unidos.
Irak es una zona de la que el país norteamericano lleva beneficiándose desde la invasión de 2003. Si bien en el apartado económico es una inversión para las empresas de construcción y servicios, en el militar tiene tropas desplegadas, en apoyo contra ISIS. Pero, en este apartado, ha ganado importancia en los últimos días, ya que ha sido el lugar en el que organizó la operación que ha asesinado al General Qasem Soleimani, el segundo hombre más poderoso de Irán.
En lo que respecta a Israel, tiene que ver con ese despliegue militar de Estados Unidos en Oriente Próximo, Siria, concretamente. Ante la negativa de Israel a la evacuación completa de las tropas estadounidenses en Siria, Trump reforzó la presencia del ejército en la zona para contentar a Israel y Arabia Saudí. El medio The Jerusalem Post apunta a que Israel habría asistido a Estados Unidos para asesinar a Soleimani. Israel ha realizado operaciones contra Irak en zona kurda de Siria, pero también está presente en el Kurdistán iraquí.
Pero, a Israel, Estados Unidos e Irán, hay que sumar otro agente: Turquía. Tiene presencia militar en Siria y recibe petróleo y gas iraní.
Programa nuclear de 2015
Además de las disputas geopolíticas, hay que añadir la marcha de Estados Unidos del acuerdo sobre el programa nuclear de 2015. Israel fue el único que rechazó un acuerdo por el que Irán se comprometía a limitar su actividad nuclear, a cambio de finalizar con sanciones económicas. En 2018, con la influencia de Israel, Trump abandonó el acuerdo y reactivó las sanciones.
En los meses posteriores, aumentó el envío de bombarderos y soldados, pero el episodio más llamativo transcurrió durante mayo de 2019: una serie de explosiones sacudieron a seis petroleros del golfo de Omán, a lo que Irán acusó a Estados Unidos y aumentó los refuerzos. En junio Irán derribó un dron estadounidense en el estrecho de Ormuz, para lo que denunció la violación de su espacio aéreo.
Asesinato de Soleimani: motivos y reacciones
El pasado 3 de enero Estados Unidos ejecutó el bombardeo en el que murieron el comandante de la Fuerza Quds de los Guardianes de la Revolución de Irán, Qasem Soleimani, y el vicepresidente de la milicia chií iraquí Multitud Popular, Mahdi al Mohandes. El Pentágono justificó el ataque en que el general “estaba desarrollando activamente planes para atacar a los diplomáticos y miembros del servicio estadounidenses en Irak y en toda la región».
Donald Trump aseguró que la muerte de Soleimani se debía a que planeaba volar la embajada de Estados Unidos en Irak. Según la cadena NBC, Trump autorizó la operación contra el general en el pasado mes de junio. El entonces asesor de seguridad de la Casa Blanca, John Bolton, habría pedido una respuesta al dron que Irán derribó en el estrecho de Ormuz.
Bolton contó con el respaldo del secretario de Estado, Mike Pompeo, pero Trump solo estaba dispuesto a realizar la operación, “si (los iraníes) atacaban a estadounidenses”; condición que cumplió con la muerte de un contratista estadounidense en una base militar. Estados Unidos respondió con una ofensiva contra Multitud Popular, una alianza de milicias chiíes iraquíes, en la que murieron 25 militantes. Como respuesta, miembros y seguidores de la alianza asaltaron la embajada de EEUU en Bagdad y Estados Unidos inició la réplica con la operación contra Soleimani.
Ante la posibilidad de sufrir las consecuencias del asesinato, el 6 de enero el Parlamento iraquí aprobó una moción para expulsar a las tropas estadounidenses del país. En una comparecencia posterior en la Casa Blanca, Trump siguió aumentando la tensión entre ambos países: anunció que pedirá el aumento de efectivos de la OTAN en la región y la retirada del acuerdo nuclear a los socios europeos.
A la espera de efectuar represalias, el parlamento de Irán calificaba de terroristas al Pentágono y al ejército de EEUU, al mismo tiempo que el presidente del parlamento, Alí Lariyaní, afirmaba que dedicarían 200 millones de euros a la Guardia Revolucionaria.
Junto a la muerte de Soleimani y al Mohandes, se sumaron las 50 personas fallecidas y las 213 heridas en una estampida durante una procesión fúnebre por el asesinato del general. Según medios del país, la estampida estalló en Kerman, ciudad natal de Soleimani.
Como respuesta a la muerte de Soleimani, en la madrugada del 8 de enero Irán atacó con misiles a dos bases militares de Irak en las que hay efectivos estadounidenses, en lo que el líder supremo iraní, Alí Jamenei, definió como “una bofetada”. Mientras que Donald Trump aseguró que no hubo bajas, un responsable de la Guardia Revolucionaria afirmó que habían muerto 80 militares estadounidenses.
Por el momento, el último movimiento que ha anunciado Irán consiste en una denuncia ante la Corte Penal Internacional y el Secretario General de la ONU contra el gobierno estadounidense y Donald Trump.
Lejos de un acercamiento, el presidente de los Estados Unidos declaró en un mitin del Partido Republicano en Milwaukee (Wisconsin), que “debido a este hijo de puta (Soleimani), grandes porcentajes de personas no tienen piernas ni brazos”.
Pero la administración de Trump muestra contradicciones: su Secretario de Defensa, Mark Esper, asegura que no detectó evidencias de un posible ataque de Irán contra Washington.