La situación de los Rohingyas cada vez empeora más. Esta minoría religiosa sigue sufriendo las persecuciones étnicas-religiosas de Bangldesh y Myanmar.
Entre las fronteras de Myanmar (anteriormente Birmania) y Bangladesh, desde el 2017, la minoría musulmana conocida como Rohingyas, localizada al norte del estado de Rakhine (Myanmar), sigue sufriendo uno de los mayores genocidios y persecuciones étnicas de nuestro siglo.
Este dato lo confirma diferentes instituciones y ONGs internacionales como ONU, Save The Children o UNICEF, las cuales han denunciado en varias ocasiones, las constantes violaciones de Derechos Humanos que se producen contra dicha comunidad.
Actualmente, este pueblo alcanza casi el millar de personas en estos territorios. Y es que en un país, en donde el 90% de la población es budista, las minorías religiosas, en este caso musulmana, siguen sufriendo los repetidos ataques y persecuciones étnicas-religiosas de los gobiernos hasta su aniquilación total. La ONU define a esta comunidad como «un pueblo sin Estado y virtualmente sin amigos ni en su continente».
Desde Save the Children, afirman que la crisis de los Rohingyas empeora «con una velocidad que no se producía desde el genocidio de Ruanda… 622.000 personas han escapado y se han refugiado en el país vecino (Bangladesh), de las cuales 373.000 son niños y niñas«. Todas ellas, sobreviven en condiciones infrahumanas. Los incalculables asesinatos y violaciones por parte de la fuerza militar de estos países y la falta de reconocimiento «legal» de los Rohingyas, han provocado que en estos últimos años, se produzcan uno de los mayores éxodos masivos de refugiad@s en el continente asiático.
En Bangladesh, los campos de refugiad@s (como es el caso de Cox Bazar), las personas Rohingyas son hacinadas en rudimentarias chabolas en donde los derechos básicos como la educación o la sanidad son míseros. Las enfermedades y epidemias son frecuentes en sus instalaciones. La varicela o la difteria son comunes entre sus habitantes. Esto ha provocado innumerables muertes debido a la falta de medicamentos y recursos para poder paliar estas epidemias. La violencia inculcada y las mafias de personas también ganan cada vez más protagonismo en los campamentos.
Las ayudas humanitarias y la presión internacional siguen siendo escasas. Esta situación sigue siendo invisibilizada, sobre todo en Occidente. Esta crisis humanitaria, no es un caso aislado.
Actualmente, en Asia, se sigue produciendo constantes persecuciones étnicas y religiosas por cuestiones de supremacía. Esto lo podemos comprobar en otras situaciones similares como la del pueblo palestino o la comunidad tibetana. Ambas siguen siendo marginadas y eclipsadas ante la opinión pública y los gobiernos internacionales.