Una gélida noche de diciembre de un año catastrófico, estaba sentado en el vagón de un cercanías, cansado de mirar por la ventana, cuando se me ocurrió jugar con los versos para exponer cómo nuestra historia modifica nuestra escritura. Con este poema trato de transmitir una idea: el valor de saber recordar. Porque creo que no hay peor enemigo que uno mismo cuando olvida su pasado para no sufrir u otros motivos. Considero que uno tiene que afrontar lo que ha vivido para sacar algo en claro y poder vivir en paz consigo mismo.
SI TUVIERA UN PEOR ENEMIGO
Mi peor enemigo en la escritura, soy yo
creyendo que basta
con poner algo,
conmigo y el bolígrafo.
Pero nunca ha ocurrido.
Siempre están mis historias,
mis sentimientos,
una contradicción
como cambiar
el número
de versos,
salvada porque
me estoy refiriendo
a todo
lo que
otros hicieron.
Mi peor enemigo
en la escritura, soy yo
olvidándome de todo eso.