«Hace unos años, yo fui como todos vosotros aunque ahora os cueste creerlo. Me creí que ese ritmo de vida duraría para siempre, pero en un instante y sin apenas darme cuenta, perdí todo lo que tenía.
Ahora no me hablo con mi familia, mis amigos dejaron de llamarme, aunque claro, ¿cómo me iban a llamar? Ahora es todo mucho más difícil y no os podéis hacer una idea de lo difícil que es salir de aquí.
Pero hoy escribo esta carta para recordaros que no somos como creéis que somos. Cierto es que muchos han perdido la esperanza y se han dejado engatusar por el alcohol, las drogas, el vandalismo… Pero aun así, siguen siendo personas y parece que se os olvida.
No sabéis lo que es acostarse sin saber si te vas a despertar, no llegáis a contemplar lo que se siente cuando la gente os desprecia, lo que hace que, al final, acabes despreciándote.
No somos simples muebles usados puestos en esquinas de las calles. No nos gusta pediros dinero, pero necesitamos hacerlo para no morirnos de hambre.
Aunque os cueste creerlo, la mayoría seguimos luchando. Nos gastamos lo poco que conseguimos en imprimir currículums y esperamos en oficinas horas y horas, para buscar un empleo que consiga sacarnos de aquí, aunque cuando la secretaria nos mira despectivamente, ya sabemos que no hay nada que hacer.
El tópico de que estamos en la calle porque queremos, es mentira. Solo queremos una simple oportunidad, que no parece llegar nunca. Mientras esperamos, me gustaría que entendierais una cosa: somos iguales que vosotros, hemos sufrido, nos hemos sentido queridos, nos hemos emocionado con un partido de la selección, tenemos familia (con la que no nos hablamos por vergüenza…
En conclusión, somos personas, así que lo único que os pido es que nos tratéis como tal.»
Gran parte de nuestra sociedad está acostumbrada a tener una cama donde dormir, comida que comer… Pero hay muchos que no tienen esa suerte y que tienen que dormir entre cartones y comer sobras que consiguen pidiendo. Con este relato (escrito por mí), me gustaría que, quienes lo leyeran, hiciesen un esfuerzo cada vez que ven a una persona sin hogar y recordasen que son personas y merecen el mismo respeto que todos los demás.