Desde hace décadas, la visibilidad del colectivo trans en el espacio público y privado, aunque todavía queda mucho camino por recorrer, ha ganado cada vez más protagonismo. La realidad de esta comunidad ha estado durante toda nuestra historia repleta de un sinfín de prejuicios y estereotipos que han dificultado y obstaculizado el desarrollo personal de cada individuo e individua, tanto a nivel social, político, laboral e incluso económico.
Además, con la aparición de la polémica «Teoría Queer«, la cual ganó más seguidores a partir de la década de los 90 con personalidades como Judith Butler y su obra «El género en disputa«, en donde defiende la deconstrucción del género y sus manifestaciones, ha suscitado, sobre todo en estos últimos años, innumerables críticas y controversias con parte del ideario del feminismo radical ya que, este último, defiende dicha premisa como instrumento que invisibiliza la lucha y las necesidades de las mujeres (concretamente cisgénero).
Esto último, es lo que se denomina como TERF (siglas en inglés que significa Feminista radical trans-excluyente), es decir, una rama del feminismo que deniega la realidad y el reconocimiento de los derechos de las mujeres trans como integrantes del feminismo establecido. Un hecho que, desde diferentes organizaciones y activistas queers han tachado como «actuaciones tránsfobas que defienden la exclusión en vez de la inclusión«.
Como contrarrespuesta, dichas TERFs defienden, bajo premisas «biológicas», que el hecho de que una persona nazca con un sexo biológico y un género asignado, no hace que se pueda modificar y/o erradicar durante nuestra vida. Es decir, quien nazca con «pene», siempre será un «hombre» y quien nazca con «vagina» siempre será una «mujer». Unas declaraciones que, desde el enfoque queer, rechazan por completo.
Estas polémicas se han hecho cada vez más virales, sobre todo en estos últimos meses con el polémico caso de la escritora de Harry Potter, J. K. Rowling, la cual se considera feminista, ha llegado a apoyar a una periodista TERFs con declaraciones tránsfobas vía Twitter o el reciente comunicado del PSOE por parte de la Vicepresidenta primera y Ministra de Presidencia socialista, Carmen Calvo, que anula las necesidades de las personas transexuales en la declaración de una Ley Trans Estatal establecida por su Gobierno de coalición.
Otro polémico y reciente caso fue la expulsión del Partido Feminista Español, liderado por la activista, política y escritora feminista, Lidia Falcón, de Izquierda Unida por pronunciarse contra las mujeres trans dentro del feminismo y considerarse abiertamente TERF en un comunicado oficial publicado vía Twitter.
Estas crisis internas conforman, no solamente un desequilibrio ideológico, sino que también fomenta una brecha que divide nuestras luchas contra el mismo germen: el cisheteropatriarcado. Por ende, diferentes voces defienden que, tanto el feminismo como el colectivo LGTBIQ+, deben unirse bajo un mismo ideario con el fin de, no solamente luchar por sus derechos y reconocimientos individuales sino también bajo una perspectiva interseccional y transversal contra este sistema opresor.
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