En los últimos años, la Academia ha figurado en varios debates respecto a sus decisiones y declaraciones, ya sea por definiciones que afectan a colectivos, incorporar ciertos términos en el diccionario, o por las opiniones políticas de sus representantes, más allá de la lengua.
Función de la RAE
La Real Academia Española no dictamina la forma correcta de utilizar la lengua, sino que recoge su uso. Para muestra, el cambio de su objetivo principal:
En sus inicios en 1713 su objetivo principal era “fijar las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza”, a finales del siglo XX cambió a “velar porque los cambios que experimente la lengua española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico”.
Polémicas con distintos colectivos
Para cumplir con esa función, la RAE realiza nuevas versiones del diccionario cada cierto tiempo, pero puede generar conflictos al no cambiar acepciones que pueden ser discriminatorias para la sociedad actual.
Un ejemplo de esto es la definición de “gitano” como “trapacero”: aquel que “con astucias, falsedades y mentiras procura engañar a alguien en un asunto”. De cara a la publicación de la última versión del diccionario, el colectivo gitano pidió su eliminación, pero la Academia optó por incorporar la nota “usado como término ofensivo o discriminatorio”.
Otro caso, aunque sin incorporación de nota, es el de la definición de “autista” como una persona “encerrada en su mundo, conscientemente alejada de la realidad”.
El lenguaje inclusivo y el feminismo: dos de sus trincheras
Si por algo es conocida la RAE, al menos en redes sociales, es por sus reticencias con el lenguaje inclusivo, desde el desdoblamiento de palabras, hasta el uso del género neutro que propone el colectivo LGTBIQ+.
Para la Academia, utilizar “ciudadanos y ciudadanas” es “innecesario”, porque va “contra el principio de economía del lenguaje”. Justifica el uso genérico del masculino como “término no marcado en la oposición masculino/femenino”.
En cuanto al género neutro, con marcas como la “e”, la “@” o la “x”, también lo considera “innecesario”, a lo que la Fundéu añade en su guía una argumentación en base a la “imposible pronunciación de las palabras resultantes”, limitando su admisibilidad a su expresividad visual.
La RAE denegó adaptar la Constitución al lenguaje inclusivo en enero de 2020. En el informe que encargó la vicepresidenta Carmen Calvo, la institución hacía la siguiente afirmación sobre el desdoblamiento: “carece de sentido argumentar que las mujeres no están comprendidas en afirmaciones como ‘Todos tienen derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona».
Sin embargo, dicho informe valoraba la posibilidad de incorporar “princesa” y añadir “Reina” como titular de la Corona, porque “el próximo Jefe del Estado tendrá previsiblemente sexo femenino». También dedicaba un apartado a las obligaciones militares y a que “convendría” cambiar el término “disminuido” por “discapacitado”.
En febrero su director, Santiago Muñoz Machado, realizó unas declaraciones sobre lenguaje inclusivo en la lengua, durante una presentación en la Universidad de La Habana (Cuba).
Declaró que “la lengua no tiene la culpa de la discriminación de la mujer”, al mismo tiempo que aseguró que “si algún día, todo el mundo habla de ‘todes’, las academias no tendrán más remedio que reconocer que así es».
Si algún día, todo el mundo habla de ‘todes’, las academias no tendrán más remedio que reconocer que así es
Santiago Muñoz Machado
A diferencia de la RAE, Cambridge y Harvard sí utilizan el lenguaje inclusivo en sus diccionarios, como en el caso de la palabra “latinx”.
Arturo Pérez-Reverte: una de sus voces más polémicas
El escritor y letra “T” mayúscula de los sillones de la RAE ha protagonizado gran parte de las discusiones sobre el lenguaje inclusivo y el feminismo en la lengua. Si bien llegó a afirmar que “el lenguaje inclusivo es necesario porque la mujer ha estado oprimida y el hombre ha marcado las pautas”, sus tuits y declaraciones van por otro camino.
«¿Decir ‘todes les niñes’?, me niego. No me da la gana. No porque sea académico, porque yo soy un escritor profesional (…) me niego a que me digan cómo tengo que escribir para no ser machista», así hablaba Reverte del lenguaje inclusivo durante una conferencia en la Feria del Libro de Buenos Aires, en 2019.
En la misma conferencia, referenció su novela “La Reina del Sur” (2002) como “feminismo serio” y aseguró que se usa como «cátedra del feminismo en algunos países».
El 9 de marzo de 2020, utilizó una fotografía de una mujer con velo en la manifestación del 8 de marzo, mientras que fue criticado a los pocos días por un chiste supuestamente machista. La última discusión “tuitera” sobre el escritor data del 16 de junio, cuando realizó una reflexión sobre las personas trans. Un día después publicó un artículo sobre Alejandra, una mujer trans que conoció en Madrid.
Mujeres en la RAE: una historia de rechazos y pocas entradas
A lo largo de su existencia, la Academia solo ha aceptado a 11 mujeres, la mayoría en el siglo XXI. La primera de ellas fue Carmen Conde (1979) y la última Paz Battaner (2017). Por el camino quedaron las solicitudes de Gertrudis Gómez de Avellaneda y Emilia Pardo Bazán. “Tula” escribió un texto años después de ser rechazada en 1853:
“¡Ah! ¡no! También ese terreno (el literario y artístico) le ha sido disputado palmo a palmo por el exclusivismo varonil (a la mujer), y aún hoy día se la mira en él como intrusa y usurpadora, tratándosela, en consecuencia, con cierta ojeriza y desconfianza, que se echa de ver en el alejamiento en que se la mantiene de las academias barbudas.”
En cuanto a Emilia Pardo Bazán, rechazaron su entrada hasta en tres ocasiones. Como respuesta, siguió el camino de Gertrudis. Escribió una serie de cartas en El Liberal y La España Moderna: “Cartas a Gertrudis Gómez de Avellaneda”.
Frente a la postura académica, hay medios que optan por incluir la figura de editora, defensora o corresponsal de género (El País, The New York Times, Perfil), con el fin de reflejar un lenguaje no sexista y visibilizar la violencia machista. Intermón Oxfam y La Marea crearon un taller de comunicación y género con recursos y ejemplos para enseñar a redactar bajo estos criterios.