La industria textil se posiciona como la segunda más contaminante del planeta. La sociedad occidental ha acabado interiorizando a las prendas de ropa como productos de usar y tirar fruto de la frenética cadena de producción del fast-fashion.
Ello ha activado todas las alarmas y ahora la UE pretende declararle la guerra a este consumista y contaminante sistema de producción textil. Por su parte, la propia población puede llevar a cabo una serie de medidas en cuanto al consumo y lavado de las prendas para desacelerar el desecho de estas y alargar la vida útil de las prendas.
¿Cuánto contamina la industria textil?
Esta industria es la segunda más contaminante del planeta, solo por detrás de la industria de la energía. Según datos proporcionados por el Parlamento Europeo, para fabricar una camiseta se necesitan 2.700 litros de agua, lo cual equivale al agua potable que necesita una persona durante dos años y medio. A ello se le suma la contaminación derivada de los pesticidas utilizados para los cultivos de materiales como el algodón o la energía utilizada para la propia fabricación de las prendas o el transporte de estas.
¿Qué ocurre cuando lavamos la ropa?
Sin embargo, el problema de la contaminación textil no finaliza únicamente cuando la prenda es fabricada y vendida, sino que, tras su compra, la ropa compuesta por materiales de baja calidad, como aquellas fruto del fast-fashion, sigue suponiendo un grave impacto medioambiental.
«El lavado de materiales sintéticos, genera cada año unos 0,5 millones de toneladas de microfibras que acaban en los océanos«, afirma el Parlamento Europeo. Es decir, el lavado de la ropa sintética supone ya el 35% de todos los microplásticos «primarios liberados en el medio ambiente». «Una sola carga de ropa de poliéster puede verter 700.000 fibras microplásticas que pueden llegar a la cadena alimentaria«.
¿Qué medidas están tomando las autoridades?
Recientemente, la Comisión Europea ha decidido tomar una serie de iniciativas para parar el greenwashing o ecoblanqueamiento de ciertas empresas, así como tratar de frenar la fast-fashion de empresas europeas como la española Inditex o las empresas suecas que forman H&M.
Se pretende, por tanto, que los consumidores posean más información de todo el proceso que hay detrás de las prendas, las cuales tratarán de tener una mayor calidad para alargar su vida útil y no generar desechos textiles tan rápidamente.
¿Qué efectos tiene alargar la vida útil de nuestras prendas?
En su libro Fashionopolis, la periodista estadounidense Dana Thomas afirma que «si en Europa alargamos la vida de sólo una de cada cinco prendas en un 10%, podríamos reducir 3 millones de toneladas de CO2, ahorrar 150 millones de litros de agua y desviar el destino de 6,4 millones de toneladas de ropa del vertedero».
Porque este es otro de los problemas posteriores a su fabricación ante los que se enfrenta la industria textil: la ingente cantidad de prendas de ropa que se acumula en vertederos textiles en países en vías de desarrollo como Ghana, por ejemplo.
Esta autora pone de manifiesto, también, la necesidad de lavar menos nuestras prendas y, cuando lo hagamos, hacerlo con un ciclo más corto reduciría también «drásticamente la cantidad de microfibras que se vierten en nuestras aguas». Esto se debe a que mientras más lavamos la ropa a mayor fricción la estamos sometiendo, por lo que el desprendimiento de las microfibras es mayor, al igual que lo es el desgaste de la propia prenda.
Fuentes: Parlamento Eurpoeo, Fashionopolis