Todo un hito histórico. Este miércoles un equipo internacional con participación de investigadores del CSIC ha detectado la estrella más lejana jamás observada, situada a 12.900 millones de años luz de la Tierra.
La estrella, denominada Eärendel, ya no existe, explotó hace millones de años, pero su luz fue tan potente que aún es visible.
¿Qué se sabe de Eärendel?
Eärendel, que existió cuando el universo era joven, tan solo 1.000 millones de años tras el big bang (que ocurrió hace 13.800 millones de años), fue mucho más masiva y brillante que el Sol.
Su descubrimiento abre una ventana a conocer cómo fueron los primeros tiempos del Universo y el origen de las primeras formaciones estelares. Los resultados se publican en la revista Nature.
El descubrimiento de Eärendel supera por mucho el hallazgo de la estrella más lejana observada hasta la fecha: Ícaro, detectada en 2018 por el telescopio espacial Hubble a 9.000 millones de años luz.
«La estrella Eärendel existió en los primeros 1.000 millones de años del Universo, durante el big bang, y su luz ha viajado 12.900 millones de años hasta llegar a la Tierra», explica el investigador José María Diego, del Instituto de Física de Cantabria (IFCA, CSIC-UC), que ha participado en el estudio, liderado por Brian Welch, de la Johns Hopkins University (EEUU), y el equipo Space Telescope Science Institute (STScI).
La estrella recibe su nombre del poema El viaje de Eärendel, la estrella vespertina, escrito en 1914 por J. R. R. Tolkien, autor de El señor de los anillos, que se inspiró en la mitología anglosajona.
«Este hallazgo supone un gran salto atrás en el tiempo si se compara con el anterior récord de Ícaro; permite remontarse mucho más atrás en el origen del Universo», añade. «Eärendel es la estrella más lejana que conocemos, aunque ya no existe. Es muy brillante, pero explotó hace tiempo. No obstante, aún vemos la luz que nos llega de ella. La hemos podido detectar gracias a que está magnificada por un cúmulo de galaxias; si no, sería imposible verla», explica Diego.
Por otra parte, desde el CSIC explican que a medida que el Universo se expande, la luz de los objetos lejanos se estira o desplaza a longitudes de onda más largas mientras se acercan a la Tierra. Hasta ahora, los objetos observados a una distancia tan grande responden a cúmulos de estrellas incrustados dentro de las primeras galaxias.
«Normalmente, a estas distancias, las galaxias se ven como pequeñas manchas, porque la luz de millones de estrellas se mezcla”, indica Diego. “La galaxia que alberga a Eärendel ha sido magnificada y distorsionada por lentes gravitacionales”, detalla. “Igual que un vidrio curvado deforma la imagen cuando miramos a través suyo, una lente gravitacional amplifica la luz de objetos muy lejanos y alineados detrás de un cúmulo de galaxias. Estas galaxias son las que desvían la luz de astros lejanos debido a que su enorme masa deforma el espacio-tiempo a su alrededor”, explica el investigador.
¿Ha tenido algo que ver el telescopio del James Webb?
Sí, los astrónomos esperan que en 2022 Eärendel pueda verse cada vez más ampliada con el telescopio James Webb, lanzado a finales de 2021 y liderado por las agencias espaciales norteamericana, europea y canadiense (NASA/ESA/CSA). “Las imágenes y los espectros de Webb nos permitirán confirmar que Eärendel es de hecho una estrella y acotar su edad, temperatura, masa y radio», explica Diego.
Por su parte, el investigador principal Brian Welch afirma que «combinar las observaciones de Hubble y Webb permitirá aprender también sobre las microlentes en el cúmulo de galaxias, que podrían incluir objetos exóticos como los agujeros negros primordiales”.
Además, con el telescopio se podrá saber más sobre la composición de esta estrella, un tema de especial interés para los astrónomos porque se formó antes de que el Universo se llenara de elementos pesados, producidos por varias generaciones de estrellas masivas. “Vamos a aprender muchas cosas: obtendremos el espectro, es decir, la huella digital de una estrella, nos dirá qué edad tiene, hace cuánto que nació, cuánto tiempo de vida tenía cuando se emitió la luz que vemos ahora, su metalicidad o los elementos que la componen”, apunta Diego.
Fuente: CSIC y Europa Press.